En el dinámico y vibrante paisaje empresarial de hoy, los emprendedores nos enfrentamos a un enemigo cada vez más formidable: el antiguo paradigma de las startups. Este adversario puede no parecer amenazador a simple vista, pero su presencia se ha ido infiltrando sutilmente en nuestra mentalidad y prácticas empresariales. Se manifiesta en la obsesión por conseguir rondas de financiación continuas, a menudo a costa de todo: la salud, las relaciones personales, la propia pasión por el proyecto e incluso la viabilidad a largo plazo del negocio. Este antiguo paradigma pone un énfasis excesivo en el crecimiento rápido, a menudo a expensas de la construcción de un negocio sólido y sostenible.
Los resultados de esta mentalidad de "todo o nada" son evidentes: un alarmante número de startups fracasan, no por falta de ideas innovadoras o falta de dedicación, sino por modelos de negocio insostenibles y una dependencia excesiva de la financiación externa. Por ejemplo, algunas empresas gastan enormes sumas de dinero en marketing y adquisición de usuarios, sólo para descubrir que su modelo de negocio no es capaz de retener a esos usuarios a largo plazo. Si no nos detenemos y reconsideramos nuestra dirección, podemos estar caminando colectivamente hacia un futuro de emprendimiento plagado de estrés, fracasos y quiebras innecesarias.
Un unicornio, un acontecimiento excepcionalmente raro
Es vital subrayar que la creación de un unicornio, una empresa que alcanza una valoración de mil millones de dólares, es un acontecimiento excepcionalmente raro. Este logro es codiciado porque generalmente implica un gran éxito tanto para los fundadores como para los inversores y puede llevar a la empresa a la vanguardia de su industria. Sólo debemos recordar que es una “ave rara”, incluso en un mercado maduro como el de Estados Unidos, la probabilidad de que una startup alcance esta valoración no llega al 1%. Esto implica que la inmensa mayoría de las startups no llegarán a este elevado estatus, por más ambiciosas que sean sus visiones o fuertes sus estrategias.
Esto queda ejemplificado al observar la realidad de las startups en España. Según señala El Referente, desde el 2016 hasta hoy, 2023, se han invertido un total de 11.900 millones de euros en el ecosistema de startups local, distribuidos en aproximadamente 3.200 operaciones. Este impresionante monto de inversión y número de operaciones sólo ha producido un total de cinco unicornios. Siguiendo con la misma fuente de datos, los unicornios en España son: Glovo, Cabify, Idealista, Wallapop y Jobandtalent. Y, de estos, Glovo y Cabify fueron creados antes de 2016, lo que implica que la tasa de creación de nuevos unicornios desde 2016 es incluso menor.
Si observamos los datos anteriores, a pesar del volumen de inversiones y la cantidad de operaciones, lograr convertirse en unicornio sigue siendo una meta extraordinariamente ardua. Podemos inferir que para los emprendedores, el camino más eficaz, es dejar de perseguir el estatus de unicornio, y centrarse en construir un negocio robusto y perdurable. Este hecho también es relevante para los inversores, sugiriendo que diversificar su atención en una variedad de startups prometedoras puede ser una estrategia de inversión más sensata que la caza de unicornios.
Hacia un nuevo paradigma: construyendo empresas sostenibles
¿Y si pudiéramos cambiar la historia? Imagina un mundo donde un nuevo paradigma de emprendimiento florece, un mundo donde los emprendedores construyen empresas sólidas, rentables y sostenibles, centradas en la creación de valor real para sus clientes, más que en la obtención de inversiones.
Este nuevo enfoque se basa en tres pilares fundamentales:
1- Vivir de los clientes: implica centrarse en generar ingresos de tus clientes desde el principio en lugar de depender de la financiación externa.
2- Adoptar un enfoque "No Bullshit": implica ser honesto y transparente en todas las interacciones con los clientes, los empleados y los inversores.
3- Utilizar la inversión de manera inteligente para escalar en el momento adecuado: invertir en crecimiento y escalabilidad solo cuando el negocio ya tiene una base sólida y sostenible, evitando la trampa del crecimiento desenfrenado a toda costa.
Pensar como un camello, en lugar de un unicornio.
Este problema nos lleva a la interrogante: ¿puede un modelo de unicornio transformarse en camello?
Para encontrar la respuesta, observemos el caso de Carlos Pierre, Alvaro Córdoba y Pablo Perez-Bonfils Llauradó de Badi, quienes sin duda están intentando dar este salto monumental.
Durante sus días como unicornio, Badi siguió un camino típico: en tres años levantaron 46,9 millones de euros a través de cinco rondas de financiación, se expandieron rápidamente a mercados internacionales, y empezaron como un marketplace freemium, enfocándose en crecimiento con un equipo de más de 100 personas. Aunque los fundadores tenían una participación minoritaria en aquel entonces, ahora en su transformación a camello han recuperado el 80% de las acciones.
Badi ha reorientado su enfoque para manejar todo el proceso de alquiler, centrando su atención en transacciones de alto valor, saturando mercados específicos, y manteniendo un equipo más pequeño tras la reestructuración. Todo esto con el apoyo de nuevos inversores que están alineados con este nuevo modelo.
El camino de Badi demuestra que la evolución y la resiliencia son claves en este entorno empresarial. No siempre es fácil cambiar de rumbo, pero el verdadero riesgo radica en no hacerlo a tiempo.
Es posible una menor tasa de fracasos empresariales
Pero los beneficios de adoptar este nuevo paradigma de startups Camello van más allá de las ganancias financieras. Para los emprendedores, significa una mayor calidad de vida, menos estrés y un mayor sentimiento de satisfacción en su trabajo.
Para los clientes, se traduce en productos y servicios que realmente satisfacen sus necesidades y resuelven sus problemas. Y para la sociedad en su conjunto, implica un ecosistema empresarial más sostenible, una menor tasa de fracasos empresariales y, en última instancia, una economía más fuerte.
Es hora de que dejemos de luchar contra la corriente y comenzar a trabajar con ella. El cambio nunca es fácil, pero en este caso, es absolutamente necesario. Cada día que pasa sin que tomemos medidas, más y más startups están cayendo en la trampa del antiguo paradigma y sufriendo las consecuencias.
Afortunadamente, cada vez hay más evidencias de que este nuevo enfoque no solo es viable, sino que es superior.
Pero no basta con cambiar nuestras propias prácticas empresariales. Debemos también inspirar a otros a hacer lo mismo.
Ahora, imagina un futuro en el que la mayoría de las startups son rentables, sostenibles y aportan un valor indiscutible a la economía y a la sociedad. Un mundo donde los emprendedores no tienen que sacrificar su salud y sus relaciones personales en pos del éxito empresarial. Un mundo donde el éxito se mide no sólo en términos de rondas de financiación o valoraciones de unicornios, sino también en términos de impacto real y sostenibilidad a largo plazo.
Mi visión es un mundo de emprendedores sustentables, construyendo empresas que aporten valor real a la sociedad.
Creo firmemente que el paradigma de las startups Camello es la clave para conseguirlo, y mi deseo más profundo es que cada vez más emprendedores se unan a nosotros en este emocionante y gratificante viaje hacia un futuro más brillante para el emprendimiento.