Poco antes de lanzarme a la aventura del emprendimiento, asistí a un evento sobre transferencia de tecnología en Viena, donde un señor Finlandés presentaba los resultados de un estudio sobre empresas gacela y más concretamente sobre el perfil de los emprendedores. Resulta que las empresas gacelas en ese país generaban el 90% del empleo nuevo y el 95% de la riqueza nueva, a pesar de suponer solo el 5% de las nuevas empresas, así que al gobierno finlandés le interesaba que hubiese más.
El perfil tipo de emprendedor de estas empresas era un varón entre 35 y 45 años, con formación STEM, con un MBA, con experiencia profesional ocupando cargos directivos, con contactos y con solvencia económica. El problema radicaba en que la mayoría de las personas que cubrían ese perfil no emprendían porque ya tenían un buen trabajo, normalmente en una multinacional, universidad o administración pública. Por lo tanto, su propuesta era crear instrumentos que animasen a estas personas a emprender “con red”, en vez de hacer tanto hincapié en colectivos vulnerables y en alternativas que llevaban como mucho al autoempleo.
Lo primero que pensé fue que yo encajaba en ese perfil, pero lo segundo fue que ese planteamiento era “injusto”, ya que favorecía a los más “fuertes” en detrimento de los más “débiles”. Sin embargo, reconocí que socialmente tenía sentido y que no distaba mucho de lo que hacían nuestros antepasados primitivos, dando prioridad a la hora de comer a los fuertes de la tribu, a cambio de que procurasen alimento y protección para los más débiles.
Finalmente me lancé a crear mi empresa, que resultó comportarse como una empresa gacela la mayor parte del tiempo, así que igual ese señor tenía razón, pero sigo pensando que quizás sea posible crear empresas de éxito sin necesidad de contar con un perfil de emprendedor tan escaso. ¿Realmente es necesario disponer de un perfil de líder todopoderoso, capaz de superar todos los obstáculos y jugarse el patrimonio que tanto le costó acumular, para que se produzca el milagro? ¿No sería posible crear empresas gacelas a partir de un buen equipo formado por gente normal, con el apoyo económico y técnico adecuado? Sinceramente, creo que sí.
La situación de las empresas gacela en España es diferente a la de Finlandia. Para empezar, según el observatorio de empresas gacela 2021 de COTEC, el 30% de las empresas gacela se encuadran en el sector de la construcción, lo cual corresponde con dinámicas diferentes al emprendimiento. También tienen un importante peso las empresas TIC, aunque curiosamente las “startups” representan apenas el 0,5% de las empresas gacela. Lo que realmente triunfa son las “pymes innovadoras”, es decir, empresas “normales” y bien gestionadas que utilizan la innovación y en muchos casos la tecnología como palanca del crecimiento, sin aspirar inicialmente a convertirse en “unicornios”.
¿Y que hace falta para crear una pyme TIC innovadora? Pues muchas veces basta con identificar un sector o subsector que pueda beneficiarse de la transformación digital, implementar un producto/servicio basado en software que la facilite y acometer un proceso de comercialización e implantación eficiente. Para que esto ocurra, necesitamos 3 patas: conocimiento del sector, capacidad técnica y un buen equipo de marketing/comercial.
Sin embargo, lo que los inversores buscan es “tracción”, es decir que los emprendedores demuestren que hay un verdadero interés en su producto/servicio y que este se manifieste mediante ingresos recurrentes crecientes. Ante la falta de capital semilla, los emprendedores se encuentran en una situación de “huevo o gallina” ya que, sin financiación para desarrollar su producto/servicio y sin financiación para el desarrollo de negocio, no ven la manera de alcanzar esa tracción. Los emprendedores incluso lo tienen difícil para acceder a ayudas al I+D+i, principalmente porque normalmente requieren realizar el gasto antes de cobrar la ayuda y en muchas ocasiones demostrar la solvencia económica y técnica, presentar avales, etc.
Por eso, desde Imatia lanzamos hace unos años nuestro programa Tech Angel. Ya que nosotros somos una empresa de software consolidada, con suficientes recursos técnicos y económicos para invertir en proyectos de I+D+i orientados al desarrollo de productos de software innovadores, nos aliamos con emprendedores que conocen muy bien las necesidades de un sector y cierta capacidad para llegar comercialmente al mismo.
Ayudamos a estos emprendedores a crear un “Producto Mínimo Viable” (MVP) que les permita realizar sus primeras ventas y atraer la atención de “Business Angels” que financien el desarrollo de negocio. Si todo va bien, los emprendedores consiguen arrancar su negocio, nos adquieren los derechos de explotación del producto y nos contratan servicios relacionados con la evolución y mantenimiento de su producto. De esta manera, creamos nuevos clientes “de la nada”. Si la cosa va mal, normalmente habremos conseguido algún tipo de ayuda en forma de subvención o incentivo fiscal y conoceremos mejor el sector en cuestión.
De momento hemos lanzado 5 iniciativas bajo la modalidad Tech Angel y estamos bastante satisfechos. En todos los casos hemos completado con éxito el desarrollo de los MVP, se han constituido las empresas y están cerrando sus primeras ventas. Aún les está resultando muy difícil acceder a capital semilla, pero con un poco de suerte no les hará falta y serán capaces de financiar sus primeros pasos de crecimiento con las propias ventas. A esto le llaman los anglosajones “bootstraping”, algo que hicimos en Imatia y no nos fue nada mal.