Las ayudas públicas son parte intrínseca del ecosistema de startups, al menos en Europa, bien de forma directa a la startup como es el caso de los préstamos Enisa o las ayudas de CDTI, pero también estimulando la inversión privada invirtiendo en fondos de inversión como es el caso de Axis o el Fondo Europeo de Inversiones.
Pero, centrándonos en la primera, las ayudas directas a las startups, ¿realmente deberían acudir en busca de ayudas públicas?
La financiación pública también tiene sus detractores. Acceder a ellas es costoso, primero tienes que estudiar cuales están disponibles, cuándo y si realmente son viables para tu startup. Porque las ayudas, públicas al igual que el capital privado, buscan invertir en un perfil determinado de empresa o proyecto y no todo vale. Por tanto, simplemente saber dónde acudir supone un esfuerzo y qué decir de elaborar toda la documentación y memorias que te piden. En general, si aplicas el método DIY, el más usado por los CEOs de las startups en todos los ámbitos, el proceso va ser largo y costoso. Pero ¿conoces algún proceso para levantar dinero para tu startup que sea fácil y rápido?
Los detractores también hablan, y con razón, de procesos largos donde el dinero llega tarde y mal. Sí, lo siento, la financiación de una startup es un proceso largo, que consume muchos recursos y una labor muy difícil que a veces se asemeja a la del encaje de bolillos. Precisamente por eso, no se debe cerrar ninguna opción.
Y es que las ayudas públicas sí tienen sus ventajas, por eso llevo más de 10 años ayudando a startups en este proceso tan arduo. En mi opinión, fundamentalmente son dos que resumiría en “Más Gasolina” y “No dilutiva”. También tienen otras ventajas, como puede ser el prestigio de ser financiado por instituciones como EIT, Enisa o CDTI, que no requiere garantías por parte de los socios como la financiación bancaria y, cuando hablamos de subvenciones, es dinero que va directo a los beneficios de la cuenta de resultados
Pero centrémonos en las dos más importantes:
Más gasolina. Sí, tener gasolina para alimentar el bicho siempre es bueno. Poder crecer más rápido o incrementar el runway de tu startup son dos ventajas que te aporta la gasolina extra que te puede proporcionar la financiación pública.
Además es “ilimitada”. Bueno no exactamente, por eso lo pongo entre comillas. Cada línea de ayudas públicas tendrá sus límites, pero tu startup puede admitir todo lo que te ofrecen. Quiero decir, si tu empresa está valorada en 1 millón y encajas en una ayuda de 2 millones podrías acudir a ella sin problemas, no es así en el caso del equityporque te quedarías sin empresa. Con una empresa valorada en 1 millón (pre-money), una ronda de 1 millón supone deprenderse del 50% y 2 millones del 67%. No te preocupes, no vas a tener este dilema, pero sí es importante entender que cuando acudes a financiación pública puedes aspirar al máximo posible, mientras que con equity debes tener en cuenta tu dilución, la segunda gran ventaja de la financiación pública.
No dilutiva. Sí, está claro, como venía diciendo, cuando un inversor invierte en tu startup, lo hace por un porcentaje de la participación, lo que reduce la de los socios fundadores. Esto es especialmente relevante en la etapa semilla, cuando aún la empresa no ha generado valor y realizar una ronda de inversión resulta especialmente caro. Aquí es donde complementar esa ronda con préstamos de Enisa, por ejemplo, aporta una gran ventaja. Cien mil euros de Enisa te generarán el mismo valor que cien mil de equity, ayudándote a alargar los periodos entre rondas para afrontarlas con más tranquilidad y con tu startup mejor valorada. Tus VCs futuros también te los agradecerán; a ellos les interesa que tengas la mayor participación posible y un captable con menos inversores.
Para concluir, sí, la financiación pública es difícil, nadie regala nada y menos el estado. Sin embargo, aporta algo esencial para los socios fundadores de una startup: más recursos para crecer sin tener que desprenderse de la participación de su criatura.