“Ojalá vivas tiempos interesantes”. No recuerdo un momento en el que esta “maldición” fuera más aplicable que hoy. Hace menos de un año nos dirigíamos hacia el 2020 llenos de confianza e ilusión, con la esperanza de que fuera “el gran año”... y luego llegó el COVID-19. Y no hay nada como tener datos (los del Observatorio de Startups de la Fundación Innovación Bankinter) para poder mirar atrás y analizar la situación con información de contexto.
Hemos vivido una situación muy complicada, que nos dejó confusos y muy preocupados... y no era para menos: sectores enteros afectados, situaciones de caja (¡y personales!) dramáticas, inversores focalizados sólo en su portfolio y una enorme incertidumbre.
En esa situación muchos auguramos, empujados por la enorme caída en los indicadores económicos y de actividad, un año (o más) de calamidades: bajadas relevantes de la actividad emprendedora e inversora (acabábamos de pasar de 144M€ invertidos en Febrero a 14,5M€ en Marzo), reestructuración de sectores vulnerables y un claro enfriamiento del mercado. Un descenso a los infiernos en toda regla, tal como había sucedido en algunas de las crisis anteriores que tuve la suerte (no sé si buena o mala) de vivir.
Y como casi siempre que uno hace predicciones... nos equivocamos (al menos en parte): la situación actual nada tiene que ver con la previa, no sólo por su estructura (crisis de demanda vs. crisis de oferta) u origen, sino porque la realidad del ecosistema es completamente diferente a las dos últimas crisis:
- Por un lado, tenemos un tejido emprendedor mucho más maduro y estable, que ha demostrado una capacidad de adaptabilidad envidiable, y con compañías en sectores muy dañados que han dado la vuelta a sus negocios en tiempo record.
- Contamos con muchísima más capacidad de inversión, con business angels activos y más de una decena de fondos gestionados por inversores profesionales, varios ya en segunda o tercera generación, que sí o sí seguiremos invirtiendo y apoyando compañías españolas.
Todo ello se refleja en una situación, 6 meses después, completamente diferente a la prevista: a mitad de septiembre llevamos más de 630M€ de inversión (un 20,5% menos que el año pasado) pero distribuidos en 197 operaciones (un 18,7% más)... lo que implica un aumento de la inversión en fases semilla y serie A. Es decir, el ecosistema en su conjunto goza de una buena salud relativa, aunque este año todavía no se han materializado (aún) esas macro rondas que realmente empujan los números arriba.
¿Quiere decir esto que no pasa nada y que hay que lanzar las campanas al vuelo? No, en absoluto: el ecosistema, especialmente en algunos sectores vulnerables, sigue muy afectado. Además, hay emprendedores que han vivido situaciones dramáticas, y en este nuevo contexto la sostenibilidad y la capacidad de generar ingresos son más importantes que nunca... pero las perspectivas son halagüeñas, y parece que (de momento) no ha llegado la hecatombe. ¿Y si finalmente, y a pesar de todo, sí que es “el año”? El tiempo lo dirá.