Sitopia procede de las palabras griegas sitos, comida y topos, lugar. Acuñado por la escritora Carolyn Steel, el término “sitopia” nace como una propuesta para repensar el diseño de nuestro espacio de consumo, llamado ciudad, a partir de los alimentos. Hay que redefinir por tanto el lugar de la comida para que siga siendo habitable ahora y en el futuro. Responder a este reto es clave para crear un vínculo más resiliente y duradero entre las necesidades humanas y las de la naturaleza. Y, por tanto, el diseño o rediseño mismo de nuestro mundo parte en su origen de cómo definimos la manera en que nos alimentamos.
La pregunta de cómo trabajar en ello requiere primero de una correcta aproximación a la respuesta. Una respuesta que debe tener su necesario inicio en el espacio típicamente de producción, el medio rural. Es por tanto la ciudad conectada con el pueblo, una plataforma de trabajo primigenia e indispensable, más si pensamos en el medio rural como nuestra última frontera con la naturaleza, como el productor de nutrientes para las personas contenidos en alimentos naturales y sabrosos, así como el contenedor de la biodiversidad del que depende más del 95 % de la riqueza presente y futura.
La gran pregunta es cómo empezamos a crear esta estructura de producción y consumo respecto a nuestros modelos convencionales, y aquí, como en muchas cosas que nos ocupan, la tecnología y la generación de valor del emprendimiento e innovación ofrecen una respuesta. Tecnologías que en este caso se presentan como herramientas contemporáneas y que se desarrollan fundamentalmente sobre dos ejes: las biotecnologías y las tecnologías digitales.
La biotecnología ofrece soluciones como la mejora de alimentos para aumentar el bienestar animal, que implica mejorar su productividad y por tanto contener el uso neto de recursos. Aquí destaca el uso de nuevos alimentos capaces de interactuar con la actividad bacteriana de los animales para mejorar su confort, evitar enfermedades y reducir el conjunto de emisiones netas asociadas a su función productiva. Es el caso de la startup Pentabiol, paradigmático en el estudio y creación de productos asociados al concepto de animales más sanos.
Pero la biotecnología no solo ofrece soluciones en materia de salud animal, también ofrece una promesa perpetua de alimentos más sanos para más y más consumidores en el mundo. Nuevos ingredientes como la miraculina, desarrollada por la empresa Baïa Food. Prometen un nuevo modificador del sabor, capaz de generar experiencias dulces sin los efectos negativos para nuestro organismo del exceso de azúcar. O un mundo propuesto por la startup Nucaps, que suma la funcionalidad con un nuevo método de encapsulación de probióticos, que desarrollarán una nueva era de prestaciones nutricionales a los alimentos naturales del futuro en sinergia y combinación ganadora con todo tipo de bacterias beneficiosas para nuestra microbiota intestinal.
Esta misma biotecnología abre la puerta a la diversidad en el uso de ingredientes, atendiendo a contextos locales, recursos accesibles y tendencias globales que tienen que ver con alimentar a la humanidad de la manera más diversa y sostenible posible. Donde el poder de las plantas aún está por descubrir y cabe redefinir, en algunos casos, los platos de ayer con los ingredientes del mañana. Startups como GrinGrin Foods, están trabajando en conseguir alimentos nutritivos y deliciosos, de la mano de nuevos ingredientes que completen las opciones, tanto en consumo como en el uso de recursos para la obtención de ingredientes. Y si hablamos del futuro del consumo hablemos también de cómo la biotecnología va a permitir atender a las necesidades de otro tipo de consumidores en nuestras familias, como son nuestras mascotas. Miembros de pleno derecho que exigirán la aplicación de la ciencia de los alimentos para su salud y para la sostenibilidad del planeta, y donde proyectos como los de YowUp ofrecen soluciones ajustadas a sus necesidades. En este contexto de fuerte aumento de la demanda, aparecen proyectos como el de la startup ENTOMO, que pretende obtener de los subproductos de la producción de alimentos la mejor fuente de proteínas para esta necesidad a través del uso de insectos, vehículo particular entre la aplicación de la economía circular en la industria alimentaria y el abastecimiento sostenible europeo de proteínas y grasas entre otro tipo de materias primas.
También las tecnologías digitales están jugando un papel determinante. El objetivo final pasa por la promesa de un mejor comportamiento en la producción de alimento en cuanto a uso de recursos, emisiones y preservación del uso de los productos. Así es el caso de la startup Carbon Harvesters, que se encuentra desarrollando una plataforma digital capaz de dar soporte a las ganaderías en su evolución de modelos de explotación, que incluye progresivamente una mejora del comportamiento ambiental, así como sacar a la luz ese valor oculto del sector primario en el almacenamiento de carbono y preservación de la naturaleza y biodiversidad contenida. También el caso de la startup NARIA, que está dotando a todas las partes interesadas en el freno del desperdicio de alimentos. Herramientas digitales eficaces para conectarles al tercer sector y, de esta manera, convertir cualquier producto - en el momento cercano a su fin de uso - en una solución nutricional para cualquier persona que lo necesite.
Esta combinación de emprendimientos, tecnologías y consciencia sobre la comida está dando forma a una nueva era en cómo pensamos la alimentación, una alimentación que genera riqueza de manera justa en su cadena de valor, pero también impacto ambiental positivo, en tanto adquiere capacidades para la regeneración de los recursos planetarios e impacto social, con esa función social vitalicia de darnos salud y calidad de vida. Por supuesto este conjunto de hechos interconectados y no carentes de complejidad seguro están definiendo, por primera vez en la historia de una manera renovada, esa “sitopia”, un nuevo lugar para la alimentación, la alimentación de impacto.