A lo largo de 1969 una serie de hombres se preparaba para un enorme desafío que cambiaría la historia. Desde 1962, estos hombres, y muchos otros que antes les precedieron, estuvieron exprimiendo al máximo sus posibilidades para conseguir un objetivo nacional. El propio Presidente se había dirigido a la nación y había explicado que a partir de ahora dicho objetivo era prioritario. En 1961 solicitó los correspondientes fondos al congreso. Explicó a sus conciudadanos y congresistas que se podía conseguir. El desafío planteado, el objetivo, no se estableció porque fuera fácil, sino, precisamente, por todo lo contrario: porque era difícil. Su función, productividad o resultado real futuro nada tuvieron que ver, puesto que los mismos no eran medibles en esos términos. No importaba. Hubo críticas, muchas de ellas acertadas, por el coste y por la pérdida de recursos y foco en problemas que se consideraban más acuciantes. El congreso aprobó los recursos públicos, y privados, necesarios para la misión.
Finalmente, el 20 Julio de 1969 dicho objetivo se consiguió. El lector lo habrá adivinado fácilmente. En efecto, el objetivo era enviar un hombre a la luna. Ya sabemos, un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad. Armstrong fue el primer hombre en pisar la luna ante el regocijo, asombro y admiración no sólo de sus compatriotas estadounidenses, sino de los ciudadanos del mundo, dado que la dimensión del acontecimiento rebasó fronteras. Hoy es una página en los libros de historia y uno de los logros de la Administración Kennedy.
El 11 de Febrero de 2020 el Presidente Sánchez ha anunciado la 'Estrategia España Nación Emprendedora', un conjunto de 50 medidas clave para la recuperación económica y social de España que modernizan el sistema productivo y favorecen la creación de empleo de calidad; y que el anteproyecto que comprende dicha estrategia pasará en breve por su tramitación parlamentaria, para que pueda convertirse en la coloquialmente denominada “Ley de Start Ups”. El objetivo es que en 2030, y en palabras de Francisco Polo, el Alto Comisionado para la Nación Emprendedora, “España sea una Nación Emprendedora que haga del emprendimiento innovador el rompehielos de un nuevo modelo de país".
Sus 50 medidas, ampliamente difundidas en prensa, son, en el mejor de los casos, inocuas e inservibles. Excepto cuatro de ellas, mejor fiscalidad de las stock options, imitación de las SEIS británicas, la facilidad de los visados y una mejor regulación del trabajo autónomo, que han sido ampliamente reclamadas por la industria del emprendimiento y del capital privado desde hace años; el resto no dejan de ser una sobrerrepresentación del sector público y un brindis al sol con mucho marketing y poco contenido y aún menor, trascendencia práctica real.
Pero…¿Importan estas medidas? La respuesta es que no. Lo más mínimo. Ninguna de ellas, ni siquiera las reclamadas por la industria, servirá para nada. Lo importante no son las medidas, ni la estrategia, ni siquiera la táctica que este gobierno despliegue o su éxito. Lo importante es el objetivo. Se ha puesto la primera piedra, se ha dado el primer paso, demos el gran salto y aunemos esfuerzos como nación, olvidemos las medidas de este gobierno, critiquémoslas si hace falta, pero avancemos, construyamos y comencemos el proceso, especialmente quienes estamos en la industria y conocemos de primera mano el sector.
Vayamos a la Luna del emprendimiento, y no en 2030, sino en 2021.Y elijamos ir a la Luna no porque sea fácil, sino precisamente porque es difícil, porque el objetivo servirá para organizar y medir lo mejor de nosotros mismos, de nuestras habilidades y energías, porque es un desafío que queremos aceptar, uno que no podemos posponer, y uno que pensamos ganar y cumplir. Así expresó Kennedy su objetivo, y así deberíamos pensar en conseguir el nuestro.
Vayamos a la Luna ya. Está ahí, esperando a que lleguemos.