Vivimos pendientes de resolver los grandes desafíos globales que se nos plantean como sociedad. El cambio climático, la descarbonización, la producción y almacenamiento de energía, la movilidad eficiente o la superpoblación… La lista es larga, pero las tecnologías para enfrentarlos, cuando no resolverlos, están ahí; solo hay que invertir en ellas, y dotarlas de los recursos necesarios para abordar estos desafíos.
Es de sobra conocida la expresión “sofware is eating the world”, pero los enfoques basados exclusivamente en software no serán suficientes para la resolución de estos grandes desafíos, siendo preciso aplicar nuevas tecnologías, y precisamente los proyectos basados en Deep-Tech serán capaces de ofrecer a la sociedad una alternativa.
Estas startups se caracterizan por una elevada complejidad técnica fundada sobre la ciencia o la ingeniería disruptiva. Doctores, propiedad intelectual y procesos formales de I+D son comunes en todas ellas, y tienen por objetivo resolver problemas globales relevantes y concretos, desafíos inmediatos del mercado a través del desarrollo y comercialización de soluciones revolucionarias.
Si bien los grandes desafíos globales llevan décadas con nosotros, ahora existe un pleno reconocimiento por parte de los principales actores. Sociedad, gobiernos y empresas son conscientes de estos retos y se muestran más receptivos a la hora de aplicar sus soluciones. Es precisamente ahora, gracias a la ola de innovación asociada a las tecnologías Deep-Tech, la que habilita que las barreras para la creación de estas compañías hayan caído sustancialmente, con ciclos de diseño, prototipado y prueba mucho más rápidos y con inversiones necesarias mucho más acotadas, que en muchos casos son elegibles para programas de financiación pública.
Pero estas soluciones no llegarán si no invertimos en ellas y aquí es donde los fondos de inversión juegan un papel decisivo para impulsar startups Deep-Tech. A nivel global, la inversión en Deep-Tech ha crecido un 43% desde 2016 y está previsto que alcance los $134B a finales de 2023.
Fondos como Ariadne, de Big Sur Ventures, que dispondrá de más de 60M€ invertirá en startups de alta tecnología en etapas tempranas que sustenten su modelo de negocio en el desarrollo de tecnologías de elevada complejidad técnica y científica, procedentes de actividades de I+D y que tengan vínculos con instituciones científicas y universidades.
Las áreas de interés prioritarias se centran en hardware avanzado (electrónica, computer vision, AR/VR…. ); tecnologías habilitadoras (materiales avanzados, semiconductores, fotónica,) y software avanzado (Quatum computing, IA/AGI, ,…), para todo tipo de industrias.
Mientras que otras startups tecnológicas tienen un amplio acceso a financiación privada, estas compañías de Deep-Tech están desatendidas, lo que supone una gran oportunidad para inversores como BSV con un dilatado conocimiento en esta área. Si echamos un vistazo al ecosistema europeo, nos encontramos con empresas como la vasca H2site, que ha desarrollado una tecnología de membrana que pretende revolucionar la producción, recuperación y transporte de hidrógeno verde (H2). Otro buen ejemplo de que el ecosistema Deep-Tech ha evolucionado muchísimo gracias a una nueva generación de ingenieros y científicos, muy ambiciosos y capaces, que están desarrollando tecnologías que van a redefinir muchas industrias por completo es Ienai SPACE, que en menos de 18 meses ha sido capaz de construir y poner en órbita un propulsor iónico para satélites que operan en órbita baja (LEO), o Kipu, startup alemana, que mediante algoritmos propietarios permite acercar los beneficios de la computación quántica sin necesidad de millones de q-bits.
Europa -con España- tiene todos los ingredientes para convertirse en un foco de creación de compañías de alta tecnología: pool de talento de primer nivel, acceso a instituciones e infraestructuras científicas punteras, excelentes incentivos públicos para la I+D, que, unido a las nuevas metodologías de desarrollo tecnológico con ciclos de iteración muy rápidos y económicos generan el ecosistema y el momento perfecto para invertir en estas compañías.