Los que hace una década hacíamos “apostolado” sobre el uso de la tecnología como herramienta válida para fomentar el empoderamiento de las personas con respecto a su salud, no contábamos todavía con el aval general de la sociedad. Hay que situarse que en aquella época no había un uso masivo de móviles con datos, y por supuesto no existían aplicaciones móviles de salud. Años más tarde aparecieron esas apps y los wearables, conjunto de aparatos y dispositivos electrónicos ponibles o vestibles que se incorporan en alguna parte de nuestro cuerpo interactuando de forma continua con el usuario y con otros dispositivos con la finalidad de realizar alguna función concreta como son las pulseras de registro de actividad, camisetas, zapatillas deportivas y los relojes inteligentes o smartwatchs. Muchos dispositivos llevan ya unos cuantos años “hablando” entre ellos, generalmente usando el protocolo de comunicación bluetooth. Esto ha permitido poder contar con los datos registrados en básculas domésticas, tensiómetros, glucómetros, pulsioxímetros, etc.
No nos olvidemos de las redes sociales, usadas por los pacientes de diversas formas. Puede ocurrir que redes sociales generalistas que son usadas principalmente para ocio y para interactuar con otras personas, a veces se van adaptando y llegan a convertirse en “comunidades de salud”. Las redes sociales específicas de pacientes se crearon para poner en contacto a pacientes que sufren la misma enfermedad y así poder darles la oportunidad de comunicarse con otras personas que están como ellos, compartiendo información relativa a su enfermedad. Consiguen un apoyo entre pares, siendo esto el nexo de unión principal. Personas con más experiencia ayudan a pacientes que han entrado recientemente en la enfermedad.
Por lo dicho anteriormente y por cómo se ha generalizado el uso de internet para la búsqueda de información, el aumento del uso de la realidad aumentada y virtual debido a la aparición de los smartphones y las tablets que hizo que los usuarios pudieran disfrutar de la experiencia de una forma inmediata (se usa para formación de pacientes, entrenamiento de visualización para anticiparse a la ansiedad que generan alguna pruebas diagnósticas o intervenciones quirúrgicas) y la cantidad de datos que actualmente es posible disponer, se habla de que se está dando un cambio de paradigma.
Hay muchas actuaciones enfocadas a utilizar esos datos y que en teoría están encaminadas a enriquecer la historia médica digital, incorporando datos como frecuencia de consultas, exámenes realizados, patologías detectadas, factores socioambientales que puedan estar ligados al surgimiento de ciertas dolencias en los pacientes. Pero también vemos muchos desarrollos para mejorar la gestión de recursos farmacológicos, gestión de la disposición de espacios de las consultas o quirófanos, planes para la mejora de la gestión de equipos, en fin, mucho relacionado con la logística.
Confiemos en que los próximos avances que marcarán tendencia en salud en próximos años, sean del tipo care plans o planes de salud personalizados en el ámbito de la medicina de precisión, adaptándose el tratamiento médico a las características individuales de cada paciente, identificando a pacientes que tienen propensión a una determinada enfermedad o en la respuesta a un determinado tratamiento farmacológico. Y por supuesto, no solo pensando en la gestión de la enfermedad, sino actuando mucho en el ámbito de la prevención. Esto sí que sería poner a la persona en el centro.
Hace dos años y medio la Comisión Europea, haciendo referencia a utilizar como palanca de cambio la Salud Digital, realizó una comunicación al Parlamento Europeo y al Comité Económico y Social Europeo, abogando por la consecución de la transformación digital de la sanidad y los servicios asistenciales en Europa, la capacitación de todos los ciudadanos y fomentar la creación de una sociedad que sea más saludable. Una sociedad empoderada es la que se siente capacitada para decidir, teniendo un pensamiento crítico y cierto control de su vida. Como se suele decir, “la información es poder” y el profesional sanitario y los decisores de los sistemas sanitarios públicos y privados, tienen aquí mucha responsabilidad para conseguir tener pacientes informados dándole datos para entender su enfermedad y el tratamiento.
Finalizo con un par de preguntas.
¿De verdad estamos trabajando en crear esa sociedad capacitada, empoderada y saludable o seguimos pensando en el concepto de “informática sanitaria” de los años 90?
¿De verdad nos creemos que estamos ante un cambio de paradigma y vamos a poner a la persona en el centro de la salud digital?