"Mi deseo como investigador es que mi labor y los resultados de mi trabajo tengan un impacto positivo y cuantificable en la sociedad"
Su objetivo es de dotar de inteligencia emocional a la tecnología para ayudar a las personas a controlar el “superpoder” del estrés
Javier Hernández estudió ingeniería técnica y superior de informática en la Universidad LaSalle Ramon Llull de Barcelona. Durante su último año fue a la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, donde realizó una estancia de un año. Allí desarrolló el proyecto final de carrera sobre la Inteligencia Artificial.
Javier confiesa que se quedó cautivado "por el nivel técnico de la universidad" y decidió continuar sus estudios con un máster en Robótica. "Al terminar, tuve la oportunidad de continuar mis estudios en el MIT con un doctorado en Computación Afectiva. Hace un año completé mis estudios y actualmente continúo mis investigaciones como Investigador Científico en el mismo grupo", cuenta Javier.
Él es uno de los ganadores de Innovadores menores de 35 España 2016 de MIT Technology Review en español por desarrollar una serie de dispositivos para detectar emociones y analizar los niveles de estrés.
¿Por qué comenzaste a estudiar el estrés?
A corta edad me di cuenta de la gran relevancia que tiene el estrés en el día a día. Para mí siempre fue un gran aliado, ya que me ayudaba a preparar los exámenes y cumplir mis objetivos. No obstante, siempre escuchaba que podía contribuir negativamente a nuestra salud. Dada su gran relevancia en nuestras vidas quise explorar como podemos utilizar la tecnología para mejorar nuestra relación con el estrés.
¿De qué manera afecta a la vida de las personas y por qué es tan importante controlarlo?
En cierta manera, el estrés es como un “superpoder” que puede mejorar nuestro cuerpo para darnos habilidades extraordinarias cuando más se necesitan. Cada vez que estamos expuestos a una situación de peligro, nuestro cuerpo experimenta una serie de cambios para afrontar la situación. Por ejemplo, nuestro corazón y respiración se aceleran, nuestras pupilas se dilatan y nuestros músculos se tensionan. Con todo ello, incrementamos nuestros reflejos, tenemos mayor tolerancia al dolor e incrementamos nuestra concentración. No obstante, si abusamos de nuestro “superpoder”, puede volverse crónico y contribuir negativamente a nuestra salud y calidad de vida. Por ejemplo, se ha demostrado en repetidas ocasiones de que el estrés puede debilitar las defensas del sistema autoinmune e incrementar las posibilidades de problemas cardiovasculares, depresión, obesidad y diabetes entre otros muchos. Desde el punto de vista económico, el estrés es bastante costoso para la sociedad ya que puede incrementar significativamente el número de accidentes y la baja laboral.
¿Cuál es su origen? ¿La tecnología puede ser a la vez causa y remedio del mismo?
El estrés es una respuesta evolutiva que nos ayuda a preparar el cuerpo para sobrevivir situaciones de peligro. Esta respuesta es muy parecida a la que experimentan los animales cuando están cazando o son cazados, pero nosotros lo experimentamos por cosas mucho menores. Por ejemplo, los ordenadores y otros dispositivos electrónicos pueden generar una gran cantidad de estrés. Una de las razones de esto es su falta de inteligencia emocional y empatía, pues los dispositivos electrónicos, como los móviles, ignoran cómo nos sentimos y casi siempre se comportan de la misma manera. Esto es muy diferente de la forma en que interaccionamos con otras personas. Por ejemplo, si observas que un amigo está muy estresado, puedes ser más reacio a compartir las noticias negativas y/o puedes querer ofrecer algunas palabras de consuelo para ayudar a lidiar con el estrés. Si la tecnología pudiera leer las emociones humanas y adaptar su comportamiento en consecuencia, no sólo se podría lograr formas más naturales y menos estresantes de interacción, sino también ayudar a hacer frente a otras fuentes de estrés de la vida diaria.
¿Cuál es el objetivo concreto de su proyecto y en qué se basa el triple enfoque que desarrolla?
Mi objetivo es de dotar de inteligencia emocional a la tecnología para ayudarnos a controlar nuestro “superpoder” del estrés. Para ello, mis investigaciones en el MIT se centran en la creaión de herramientas tecnológicas que pueden medir y reconocer el estrés de las personas y adaptar su interacción de forma inteligente. Algunos de los trabajos que he realizado incluyen teclados de ordenador que pueden detectar el estrés a partir de la fuerza con la que se teclea, algoritmos que permiten medir el ritmo cardiaco y respiratorio con un móvil en el bolsillo, y un sistema que puede monitorizar las sonrisas para ayudar a cuantificar y mejorar el estado de ánimo de las personas.
¿Cuál es el presente y el futuro de la medición de las emociones y del estrés?
Tanto las emociones como el estrés se han estudiado durante más de un siglo por psicólogos. Normalmente, estos estudios se realizaban en entornos controlados, como son los laboratorios, para simplificar su estudio y controlar otras variables. No obstante, durante los últimos años y gracias al continuo desarrollo de la tecnología, los investigadores han empezado a considerar entornos más reales que son mucho más complejos, pero más relevantes a nuestro día a día.
En el caso del estrés, algunos de los métodos de medición más comunes incluyen el análisis de ciertas hormonas del estrés como el cortisol o la adrenalina, que se puede medir en la saliva y en la sangre. Sin embargo, estas mediciones se ven afectadas por los ritmos circadianos y son muy intrusivas, y su análisis es costoso y lento. Un método mucho menos intrusivo sería preguntar al usuario cómo se siente, pero es más subjetivo y requiere la atención cognitiva del mismo, y las respuestas se ven afectadas por sus posibles problemas de memoria. Para solucionar estos problemas, mis investigaciones combinan las últimas tecnologías con Inteligencia Artificial para facilitar una medición automática y mucho más cómoda.
¿Cuáles son las aplicaciones del proyecto que lleva a cabo?
Hay una gran variedad de aplicaciones. Una de ellas, por ejemplo, sería una aplicación de móvil que pudiera monitorizar los niveles de estrés del usuario desde el bolsillo y que usara las mediciones de manera inteligente para ayudarle en el día a día. Si el móvil detectara que está pasando por un mal momento podría, por ejemplo, recomendarle una canción o hablar con alguien cercano para ayudar a relajarle o simplemente podría facilitarte la medición para que tome el control de la situación (evitar tomar decisiones de último minuto, realizar más ejercicio...). Dicha herramienta también podría utilizarse como una prótesis comunicativa que monitorizase a seres queridos que, por una razón u otra, no puedan comunicarse de una manera continuada (personas con discapacidades emocionales o comunicativas, personas mayores...).
¿Qué diferencias encuentra entre trabajar en España y en el MIT?
La verdad es que mi experiencia en España ha sido limitada, ya que me fui a Estados Unidos al finalizar mis estudios. No obstante, el MIT es el centro de peregrinaje de cualquier ingeniero. Los altos niveles de financiación, flexibilidad y de interés por las tecnologías crean un entorno de investigación excepcional que atrae personas que quieren mejorar el mundo.
¿Qué hace falta en nuestro país para se realicen este tipo de investigaciones?
En España hay investigaciones similares, pero la cantidad y calidad de recursos son bastante más limitadas. Muchas de los españoles que conozco han tenido que trasladarse a otros países para poder desarrollar sus proyectos en condiciones favorables. Seguramente la mayoría de ellos querrán, como yo, volver a España en algún momento, pero no les resultará fácil continuar con el ritmo y resultado de sus investigaciones y trabajos.
¿Qué supone para usted haber sido uno de los ganadores de Innovadores menores de 35 España 2016 de MIT Technology Review en español?
Es un verdadero honor haber sido seleccionado como uno de los innovadores. Esta selección me ha dado la oportunidad de asistir a la prestigiosa conferencia de innovación llamada EmTech en el MIT, que reúne a algunos de los innovadores más ambiciosos del mundo y que están dispuestos a mejorar el mundo. Además, me ha permitido conocer varios centros de vanguardia de investigación y emprendimiento en Boston y Cambridge.
¿Qué repercusiones tiene para seguir desarrollando su trabajo?
Tanto la revista MIT Technology Review como su premio tienen prestigio internacional, lo que facilita enormemente la colaboración con centros especializados en investigación y emprendimiento.
¿Qué objetivos profesionales tiene a medio-largo plazo?
Mi deseo como investigador es que mi labor y los resultados de mi trabajo tengan un impacto positivo y cuantificable en la sociedad y, para conseguirlo, estoy desarrollando una startup en paralelo que acerque estas investigaciones a los usuarios finales. Creo que tanto el mundo académico como el empresarial son complementarios y su sinergia combinada puede aportar innovación puntera a los usuarios finales.
Número de empresas tech e innovadoras en España
Fuente de datos: Ecosistema Startup, la mayor plataforma de empresas españolas.