"Los proyectos sociales tienen mucho más difícil levantar inversión privada"
En opinión de la startup la tecnología se ha aplicado poco y mal a la vida de las personas sordas
Showleap es una startup que desarrolla soluciones de comunicaicón entre personas sordas y oyentes. Para ello utilizan diferentes tecnologías, pero siempre respetando que la persona sorda se pueda expresar en lengua signos y la persona oyente en oral. Teo Atienza, Rubén Martínez y Blanca Alonso son los fundadores de este proyecto, que nació en la Universidad Politécnica de Valencia en 2015. Aunque el equipo aclara que "no fue hasta meses después cuando coincidimos los cuatro socios y decidimos ponerlo en marcha de verdad".
Desde Showleap también aseguran que los retos a los que se enfrenta un equipo emprendedor en su día a día son "muchos y muy diversos. Desde la poca experiencia en algunas áreas hasta los constantes cambios que tenemos que afrontar. El mundo startup conlleva a veces precisamente eso: proponer, consultar y pivotar cada poco tiempo tu modelo hacia donde tu target te está demandando que vayas".
Showleap ha sido una de las cuatro startups seleccionadas para formar parte de la segunda edición de TrenLab, la aceleradora de startups de Renfe que desarrolla Wayra España y que mantendrá su convocatoria abierta hasta el 3 de diciembre a través de su web.
¿Cómo se conformó la idea de Showleap? ¿Por qué os dirigisteis al sector de la comunicación entre oyentes y sordos?
Teníamos algunos casos cercanos de personas sordas, pero realmente nunca nos habíamos parado a pensar qué necesidades podían tener, más allá de necesitar un intérprete para según qué casos. Pero, involucrándonos un poco más en la comunidad sorda, comprendimos la complejidad de su día a día y las barreras a las que se enfrentan en un mundo mayoritariamente oyente. Se conoce a la sordera como "la discapacidad invisible", y ese es el mayor problema, que al no ser algo evidente, muchas veces no nos paramos a pensar en las necesidades que tienen las personas sordas para acceder a cualquier información en igualdad de condiciones.
¿Cómo se ha aplicado hasta ahora la tecnología a mejorar la vida de las personas sordas?
En nuestra opinión, se ha aplicado poco y mal. Existen soluciones parciales (diccionarios de lengua de signos online, aplicaciones generales de videollamada que las personas sordas utilizan), pero son muy pocas las soluciones integrales para asegurar una correcta comunicación en cualquier circunstancia. Debemos de visibilizar sin complejos la lengua de signos y poner el foco en las necesidades de la comunidad sorda, ya que las personas sordas signantes tienen exactamente el mismo derecho que nosotros a ser atendidos en su lengua materna. Es verdad que organismos como la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE) están trabajando en este sentido, pero en nuestra opinión hace falta darle una vuelta de tuerca a los planteamientos que se hacen; no podemos ofrecer soluciones con tecnología de hace años, hay que actualizarlas y poner los servicios para personas sordas y toda su experiencia de usuario a otro nivel.
¿Cuál ha sido el desarrollo de Showleap desde la concepción hasta el desarrollo?
Hemos ido evolucionando nuestros planteamientos en base al feedback de la comunidad sorda. Nuestros proyectos iniciales quizá estaban planteados desde el punto de vista oyente, lo que no tenía ningún sentido. No es fácil romper la barrera sordo-oyente, pero pronto vimos la necesidad de sentamos con los usuarios finales para diseñar con ellos nuestras propuestas y avanzar juntos en sistemas que creemos beneficiarán a ambas partes: personas sordas y personas oyentes.
¿Cuentan los proyectos sociales como el vuestro con el apoyo suficiente? ¿Qué echáis en falta en este sentido?
Sí y no. Si bien es cierto que hay muchas iniciativas que apoyan proyectos sociales (Fundación Ship2B, Fundación ONCE, Fundación Vodafone…), creemos que hace falta en general un mayor compromiso a nivel de inversión. La mayoría de los proyectos sociales que apuestan por un cambio real tienen mucho de i+d —como es nuestro caso— y eso implica una inversión económica muy grande, que en la mayoría de ocasiones no llega. Bajo nuestro punto de vista, los proyectos sociales tienen mucho más difícil levantar inversión privada.
En vuestro caso habéis contado con el respaldo de Trenlab, ¿qué os ha aportado la experiencia? ¿Por qué la recomendaríais?
Ser parte de Trenlab ha supuesto un antes y un después para nosotros. Renfe y Wayra han reconocido nuestro esfuerzo y nos han dado libertad para proponer diferentes proyectos que beneficiarán a las personas sordas. Además, contar con su expertise está siendo clave para madurar los proyectos y plantear nuevos modelos de negocio que beneficiarán tanto a Renfe como a las personas sordas que sean usuarias de sus servicios. Recomendable al 100 % porque es uno de los —cada vez menos— programas de aceleración realmente útiles, con profesionales que se implican de verdad y aportan sus puntos de vista para construir algo grande y útil entre corporate y startup.
¿Por qué creéis que es importante que existan iniciativas tanto públicas como privadas que fomenten proyectos sociales y/o emprendedores?
Quizá porque tenemos la capacidad de aportar puntos de vista que hasta entonces, dentro de una empresa, no se tenían en cuenta. En muchos casos, los emprendedores tenemos la visión y el equipo, y las instituciones públicas y privadas que fomentan este tipo de proyectos tienen la capacidad de sacarlo adelante (por motivos económicos, de infraestructura, red de contactos…). Creemos que es un win-win para ambas partes.
A nivel práctico, ¿cómo son las soluciones que proponéis? ¿Cómo se hace uso de ellas?
El objetivo es desarrollar todo tipo de soluciones que faciliten la comunicación entre sordos y oyentes. En este momento trabajamos en diferentes proyectos para construir espacios 100 % accesibles para las personas sordas. Por ejemplo, en el caso de Renfe, estamos diseñando una solución que permitirá que cualquier persona sorda que utilice sus servicios sea atendida en Lengua de Signos Española (LSE) siempre que lo necesite, bien mediante comunicaciones automatizadas y personalizadas en LSE, bien mediante servicios de vídeo interpretación online que tienen como objetivo resolver cualquier situación sin necesidad de tener al intérprete físicamente contigo.
Por otra parte, estamos desarrollando el primer traductor de lengua de signos en tiempo real. Es un proyecto pionero en todo el mundo en el que llevamos años trabajando y que plantea algo muy sencillo (pero muy complejo técnicamente): que una persona sorda y una persona oyente puedan comunicarse en cualquier situación con la única ayuda de una cámara. La cámara de una tableta o de un móvil identifica lo que dice la persona sorda en lengua de signos y lo traduce automáticamente a voz. En sentido contrario, cuando un oyente le habla a una persona sorda, el traductor entiende lo que ha dicho y lo pasa a lengua de signos en pantalla. La intención es conseguir una comunicación bidireccional sin que ninguna de las partes renuncie a su lengua materna, que es como mejor se expresa.
Es posible ver una pequeña demo del prototipo aquí.
De momento no habéis levantado capital, ¿os lo planteáis como opción? ¿Cuál es vuestro modelo de negocio y crecimiento actual?
No hemos levantado capital privado pero sí inversión pública. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Madrid nos adjudicó el año pasado el primer contrato de compra pública precomercial de innovación. Una inversión que nos ha permitido aumentar el equipo de desarrollo y acelerar la programación de este primer prototipo del software de traducción automática. A finales de año tenemos las últimas pruebas en entorno real con el Ayuntamiento de Madrid.
El modelo de negocio lo tenemos claro: las personas sordas son nuestros usuarios, las empresas y entidades nuestros clientes. Son estos últimos los que deberán de pagar el servicio para atender debidamente a la comunidad sorda.
¿Cómo han sido vuestro contacto con América Latina para la expansión de vuestro proyecto? ¿De qué forma os gustaría que tuviera lugar dicha propagación?
Creemos que Latam debe de ser el siguiente paso. Tenemos un producto muy escalable (en todo el mundo existen más de 300 lenguas de signos diferentes) y ya hemos hecho los primeros contactos con diferentes agentes de países como Costa Rica, con una población sorda estimada similar a la de España y que también tiene su lengua de signos (LESCO) reconocida oficialmente. Tanto en Costa Rica como en otros países, donde la ley obliga a instituciones públicas o privadas a garantizar el uso de la lengua de signos, se están dando pasos hacia una mayor visibilidad de la comunidad sorda y se está luchando activamente por sus derechos, por lo que entendemos que soluciones como las nuestras serían bien recibidas.
¿Cuál es la reacción de las personas sordas ante vuestro producto?
Al principio detectábamos desconfianza, no tanto por parte de personas sordas a nivel particular sino por parte de asociaciones y otras instituciones oficiales. Ahí tuvimos que hacer el trabajo de pararnos a pensar, sentarnos con ellos y hacerles ver que de verdad estábamos trabajando para mejorar cualquier situación a la que se enfrenten. Fue gracias a la comunidad sorda por lo que aplicamos algunos cambios en nuestras soluciones que han sido clave, siempre orientados a mejorar la usabilidad de los productos.
¿Y de las oyentes?
Las personas oyentes reaccionan muy bien. En realidad, nosotros también nos estamos perdiendo muchas cosas por no tener una comunicación activa con las personas sordas. Estamos dejando de conocer personas, estamos dejando de detectar talentos… Creemos que lo que hacemos sumará en ambos lados: a las personas sordas, pero también a las personas oyentes.
¿De qué manera habéis colaborado con ambas para diseñar Showleap?
Cada avance o cambio en nuestros productos lo testeamos con los usuarios que acabarán utilizándolo. Tanto a nivel particular, con grupos de personas sordas que conocemos, como a nivel entidades con la CNSE y otras asociaciones y federaciones territoriales. Por ejemplo, en el caso del traductor automático en el que trabajamos, hemos pasado por tres grandes versiones diferentes: el primer dispositivo tenía cables, el segundo eran unos brazaletes que la persona sorda tenía que ponerse y ahora, en la versión final, no utilizamos "nada". Dejamos a la persona sorda libre y los signos son captados por una cámara a distancia de ella. Es una de las preguntas que más nos transmitían: ¿Por qué tenían que necesitar accesorios para comunicarse? El cambio no fue nada fácil, pero finalmente lo conseguimos.
Vuestro traductor también está pensado para empresas, instituciones educativas y organismos públicos, ¿con qué instituciones concretas trabajáis? ¿Qué acuerdos tenéis? ¿Qué beneficios les reporta?
En realidad, la parte B2B es el principal objetivo. Creemos que el cambio debe de ser adoptado en un primer lugar por las empresas e instituciones que prestan servicios a la población. Ahora mismo, estamos trabajando en diferentes soluciones con el Ayuntamiento de Madrid y con Renfe, aunque estamos pendientes de otros proyectos que podrían salir pronto.
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