El instinto del emprendedor de Hugo Arévalo: cuando invertir es una forma de devolver

Hugo Arévalo no es solo un inversor activo en el ecosistema startup español; sino que es, ante todo, un emprendedor. Con más de 17 años de experiencia, el cofundador de ThePowerMBA y Grupo Auro ha vivido la evolución del ecosistema desde dentro, pero tiene claro su papel: "Sigo invirtiendo muy activamente, pero todavía soy emprendedor". Su faceta como business angel nace de una motivación más profunda que la económica, siendo una forma de devolver lo que ha recibido en el pasado y ayudar al ecosistema a crecer.
Arévalo confía firmemente en el potencial de España como plaza clave en el panorama europeo de innovación. Sabe que necesita capital, pero que sobra el talento que crea negocios disruptivos e innovadores. Cree, además, que es natural que los emprendedores den el paso hacia la inversión e invita a ello no solo como una oportunidad, sino también como una forma de crear contactos y observar nuevos puntos de vista.
Reconoce, no obstante, que la figura del business angel aún se está asentando en nuestro país, bromeando con lo atípico de escuchar el término hace unos años.
EQUILIBRIO ENTRE ROLES
Su día a día sigue girando en torno a sus empresas, aunque ha logrado tejer una red de confianza que le permite acceder a buenas oportunidades de inversión sin perder el foco de su propio negocio. "Hago simbiosis con compañeros de venture capital, otros emprendedores me pasan dealflow... tengo una red que me ayuda a tener un dealflow más curado y poder apalancar", comenta.
Cuando se trata de decisiones difíciles, Arévalo tiene claro que las más duras han sido en su papel como emprendedor. Recuerda especialmente momentos críticos en dos de sus compañías. En Auro, durante la pandemia, la situación fue límite: "La empresa perdía mucho dinero. Era cerrar o apostar porque eso era un buen negocio… Tuvimos que levantar dinero en menos de un mes y encoger el equipo". En el caso de ThePowerMBA, el exceso fue el problema: "Habíamos crecido demasiado y sobre contratado. Tomar la decisión de reducir equipo cuando la empresa estaba supercapitalizada fue muy dura, pero necesaria", recuerda.
Estas experiencias refuerzan la idea de que tu empresa es como tu bebé. En cambio, como inversor, aunque hay errores, el impacto se reparte mejor. "Si tienes bien ponderado el dinero y no te has vuelto loco invirtiendo la mayoría del capital en una, la realidad es que si algo va mal tienes otras empresas que pueden darte alegrías".
MUERTE A LA IDEA
Arévalo adapta sus criterios según la etapa de la startup. En fases tempranas, el foco está en las personas. "En preseed estás invirtiendo en muy pocas variables: los emprendedores, si van a aguantar, si saben pivotar… El buen emprendedor se define en los problemas", defiende. También es esencial que el mercado tenga sentido: "Debe haber clientes potenciales para la solución que te están contando".
¿Su mayor red flag? La actitud. "Si noto prepotencia, poca humildad o poca escucha, me voy para atrás. Cada vez me gusta más hacer negocios con buena gente". Y una vez más surge la metáfora del matrimonio: "Todo lo que buscas en una pareja es lo que debes buscar en tus socios, salvo tener hijos".
Para él, las ideas no tienen valor por sí solas, sino que la ejecución lo es todo. Y a la hora de evaluar un equipo, el sentido común es clave: "Hay que poner al emprendedor en tesituras complicadas para ver cómo reflexiona". Cuando son emprendedores jóvenes y apenas hay experiencia, una conversación profunda puede ser determinante para ver cómo reflexionan y cómo solventarán problemas en un futuro.
NO HAY SECTORES SEXYS
Ningún inversor es ajeno al fracaso y Arévalo no es la excepción. En su opinión, los errores más comunes del emprender son creer que se sabe todo, enamorarse de su proyecto sin darse cuenta de que quien se tiene que enamorar son los clientes… Preocuparse mucho de levantar dinero antes de validar el proyecto o incluso tener demasiado dinero y no preocuparte por optimizar y crear una empresa.
Reconoce haber caído en varios de ellos. Como inversor también ha errado. Un ejemplo de ello es Colvin, un marketplace de flores. "La realidad es que durante una época fue muy bien, creció mucho, levantaron mucho dinero, pero creo que se cometieron fallos, no lo supe ver, me quedé y fue un fracaso de inversión", asume.
¿El aprendizaje? "Cuando ves valoraciones locas por algo que no tiene sentido y no se corresponde con el momento de la compañía, quizás es un buen momento para salirse como business angel porque tu recorrido ya ha tenido lugar".
Por lo general, no hace ascos a la hora de invertir y frente a los sectores de moda como la inteligencia artificial, Arévalo prefiere apostar por lo que otros no ven: "Me encanta ir a contracorriente. en Deporvillage cuando nadie quería e-commerce. Me gustan los sectores jodidos. Generar valor en lo que más se lleva es difícil porque a veces lo coges a valoraciones muy altas y hay más competencia", expone. Por ello huye de modas: "A mí no me llama que un sector sea sexy o no porque a largo plazo tienes que pensar si es buena o mala compañía".
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