En un momento como el que estamos viviendo, las empresas están llamadas a reinventarse y a “reinnovarse”, conectándose con nuevas iniciativas y talento.
Por eso, la innovación abierta es una realidad en muchos sectores empresariales, y en “Food & Beverage” está ya presente.
En mi opinión, lo importante no es solo encontrar soluciones innovadoras. La clave está en tangibilizar la innovación, en hacerla real: fijar unos objetivos, ponerlo a funcionar y medir el impacto conseguido. Y esto no acaba aquí, el siguiente paso es el mayor reto de todos: invertir en las compañías que aportan valor a nuestro negocio.
Llegados a este punto, es muy importante diferenciar una inversión puramente financiera de una inversión crucial para la cadena de valor de nuestra compañía.
Muchos de los modelos de inversión creados en los últimos años, son puramente financieros, y en mi humilde opinión, antes de invertir hay que probar y testear la compañía, sus equipos y lo más importante, su filosofía.
En los modelos de innovación abierta, invertir no debe significar sólo apostar, debe representar el compromiso de hacer crecer a la compañía en la que se participa, a las personas.
Creo que la siguiente evolución será la generación de vehículos de inversión diferentes e imaginativos, que permitan poner en valor ambas partes de la cadena.