Decía Oscar Wilde que en el mundo solo hay una cosa peor que el hecho de que hablen de ti: que no hablen de ti. También suele decirse aquello de “que hablen de ti, aunque sea mal”.
Para los que nos dedicamos a la comunicación corporativa esto no es exactamente así: nuestro objetivo es lograr que nuestros colegas los periodistas se interesen por lo que son, hacen y consiguen las empresas para las que trabajamos, y que, gracias a su interés, ese conocimiento se traslade a sus oyentes, lectores y audiencias. De este modo, hacemos que estas empresas sean más visibles a los ojos de la ciudadanía, reforzamos su posicionamiento en las áreas en las que son expertas, mejoramos su reputación y su reconocimiento de marca.
Pero lo que nos gusta, y lo que perseguimos cada día con nuestro trabajo, es que se hable de ellas, pero bien. Y, sobre todo, nos gusta trabajar con empresas que realmente hacen las cosas bien, que son un ejemplo a seguir, que sirven de inspiración para la sociedad. Por eso, en ComBoca nos hemos especializado en el ámbito de la sostenibilidad y el emprendimiento social.
Resulta muy motivador ver cómo cada vez hay más emprendedores y startups que dedican todas sus energías y su ingenio a crear proyectos capaces de transformar la parte menos bonita de la realidad en que vivimos, que desde su pequeña dimensión se hacen grandes porque piensan en grande; porque están convencidos de que realmente pueden contribuir a cambiar el mundo.
La tecnología es una herramienta increíblemente transformadora, de eso saben mucho las startups. Por eso, cuando se pone todo el potencial de las herramientas tecnológicas de inteligencia artificial, de comunicación, de big data, de interacción, al servicio de una causa común, los resultados pueden causar un gran impacto.
Y toda esa fuerza, ese potencial, ese impacto, es justo lo que necesita nuestro planeta para hacer frente a los grandes retos globales, para alcanzar esos 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que Naciones Unidas nos ha puesto como deberes para examinarnos en 2030. Y necesitamos todo el talento, todo el ingenio de nuestros emprendedores para conseguir aprobar el examen más complejo de la humanidad.
Es muy motivador trabajar con empresas como AUARA, que está haciendo un trabajo impresionante facilitando el acceso a agua potable a poblaciones de países en vías de desarrollo, cambiando la vida a miles de personas; o Filantrópico, que acaba de lanzar su marca de café con valores, en cápsulas y envases biodegradables, y destinará todos sus beneficios a proyectos sociales y ambientales; o Micappital, que asesora a pequeños y medianos ahorradores para poner su dinero al servicio del desarrollo sostenible a través de la inversión de impacto.
Y es importante que se sepa lo que hacen, darlo a conocer, para que hablen de ellos, y que hablen bien. Porque lo que hacen tiene mucho valor y hay que contarlo. Si no se cuenta, es como si no existiera. He ahí el valor de la comunicación.
El volumen de información que se genera cada día es estratosférico. Y la información tiene cada vez más valor en los tiempos en que vivimos. Pero hay tanta, y nos llega a través de tantos canales, que a veces nos abruma. Sobre todo a los periodistas.
Nuestro trabajo consiste, de algún modo, en conseguir proyectar un rayo de luz que ilumine a estos proyectos que merecen ser contados. Porque entre tanto greenwashing, hay emprendedores que se dejan la piel por hacer las cosas ‘de verdad’. Y entre tantas grandes compañías, hay pequeñas startups y empresas sociales que quieren, que necesitan, hacerse un hueco y dejarse ver.
Hagamos que se hable de ellas, y que se hable bien. Gracias a los que nos ayudáis a conseguirlo cada día.