“Crecemos a un ritmo muy rápido y cada día es un reto”
Pepita Marín y Alberto Bravo se conocieron en PricewaterhouseCoopers cuando ambos trabajaban como auditores financieros. Tenían el sueño de emprender y de zafarse de un mundo en el que sus actos laborales no tenían tanta repercusión como ahora.
La renuncia de un trabajo fijo trajo aún más trabajo pero un sueño cumplido: We Are Knitters. La idea de crear esta empresa de los jóvenes madrileños surgió en Nueva York, cuando se dieron cuenta de que tejer no era una actividad destinada solo para mayores.
Con el deseo de trasladar el concepto a España comenzaron a informarse sobre un mundo para ellos desconocido y así fue como decidieron crear lo que es ahora We Are Knitters; una empresa de éxito que ya cuenta con una comunidad en las redes sociales.
¿Qué aporta ser emprendedor a la vida personal y profesional?
Ser emprendedor era como el paso natural. Nos preparaban para trabajar en una auditoría o en una gran multinacional, pero vimos que no era lo nuestro. También influye el hecho de que teníamos 23 años y éramos un poquito más inconscientes de todo lo que supone dejar un trabajo fijo. Dentro de lo que cabe dejar de cobrar ese sueldo no era un problema, porque vivíamos con nuestro padres, no teníamos ni hijos, ni casas, ni coches… los efectos no eran tan llamativos.
A pesar de todo, ha sido un cambio de vida brutal, pero estamos muy contentos. Al ser emprendedor tienes muchísima más dedicación; hay mucha gente que se está animando a seguir este camino que no es del todo consciente de los esfuerzos personales que hay que hacer, sobre todo los primeros meses, incluso años. En ese tiempo no tienes casi vida personal, no ganas dinero… Pero a nivel profesional sientes que tu trabajo tiene un impacto real y eso es muy gratificante.
¿Qué es We are Knitters?
We Are Knitters se basa en unos kits que incluye todo lo que un usuario necesita para tejer una prenda. Tienes los ovillos de lana o algodón 100% que vienen directamente desde Perú y las ajugas de madera (ni de metal de plástico). Además en los kits se encuentra un patrón, que sería como las instrucciones. Todo este conjunto está complementado con vídeo tutoriales en la web para gente que no haya tejido nunca o para quienes quieran perfeccionar la técnica.
Le damos mucha importancia a las redes sociales. Hemos creado una comunidad alrededor de la marca y esta supone un gran sustento. Es un gran punto a favor porque las usuarias comparten los proyectos cuando acaban, se hace amigas entre ellas… Este hecho nos ha permitido crecer muchísimo con una inversión bastante contenida.
¿Cómo surge la idea?
Cuando los dos trabajábamos juntos fuimos a ver a un amigo a Nueva York, en 2009. Vimos a una chica muy tejiendo en el metro y nos llamó muchísimo la atención; pensábamos que era una afición de gente mayor. Durante el viaje compramos materiales en tiendas de lana y nos encantó la experiencia que tienes cuando nunca has tejido y empiezas y ves que te va saliendo algo.
Ya teníamos la idea de emprender pero no teníamos ideas concretas. Empezamos a investigar y nos dimos cuenta de que allí el do it yoursel y el knitting eran una tendencia brutal. Entendimos que era una oportunidad de traer el concepto a España y un modo de impulsar el tejer entre los jóvenes. Por eso le dimos una imagen moderna, muy diferente a lo que estábamos acostumbrados a ver.
¿Cómo fue la aceptación en España?
La verdad es que fue muy buena. Nosotros fuimos los primeros sorprendidos. Siempre confiamos en el producto, sabíamos que íbamos a funcionar, pero lo hicimos desde el primer momento. Tuvimos un montón de pedidos y hemos seguido creciendo. ¡Resulta que les ha encantado!
¿Vuestro negocio es nacional o trabajáis a nivel mundial?
Antes lo teníamos abierto a todo el mundo y nos llegaban pedidos desde Australia, Rusia, Costa Rica… El envío era más caro de lo que pagaban los usuarios, pero a nivel europeo y norteamericano funcionamos muy bien. De hecho, Alemania es nuestro segundo país con respecto a las ventas. Allí tenemos una estrategia muy marcada desde el principio y dentro de poco va a alcanzar las ventas de España.
“Hemos querido darle una imagen moderna a una actividad que hasta ahora se asociaba con personas mayores”
¿Cuál es todo el proceso de producción, importación, almacenamiento, distribución y venta de vuestros productos?
La lana llega desde Perú y todo se almacena en Madrid. Allí se recepcionan los pedidos varias veces al día y se gestionan a nivel nacional e internacional.
A nivel producción nuestras colecciones son muy ágiles; estamos todo el día mirando qué se lleva, tanto en tejido como en moda y adaptamos las prendas al mundo del tejer. Nosotros no tenemos necesidad de adelantarnos un año a la tendencia, sino que lo vemos, creamos el patrón, tejemos la prenda y lo fotografiamos.
¿Qué tipo de clientes son los que más demandan este tipo de productos? ¿Cómo los conseguís captar?
Hay dos tipos de cliente habituales. Uno es al que va dirigido toda la imagen de la marca y en el que nosotros pensamos en un primer momento y es una chica de entre 25 y 40 años que lee las revistas de moda y que le apetece probar las tendencias. Este público compra normalmente kits para iniciarse. Luego están las mujeres que llevan tejiendo más tiempo y lo que les gusta es la calidad de la lana y prueban nuestro producto porque alguien se lo ha regalado y posteriormente ella continúa comprando ovillos sueltos.
Tenéis varios Kits de lana ¿en qué se diferencian unos de otros?
Se diferencian a nivel diseño: hay gorros, bufandas, cuellos… y a nivel de dificultad. Hay cuatro niveles, desde principiante a avanzado.
Un modelo es igual a un kit. Una foto de un modelo de un jersey rojo tiene asociado un kit. Hay tantos kits como modelos hayamos creado.
“El gran valor de Instagram no está en lo que nosotros posteamos, sino en lo que publica nuestras knitters”
¿Qué prendas tienen más éxito?
Normalmente los más sencillos y lo más económicos: los gorritos, los cuellos… También despunta un jersey que, aunque es de los kits más caros, es muy sencillo de tejer y tiene un diseño que gusta mucho.
Vemos que estáis muy metidos con las redes sociales sobre todo con Instagram ¿Qué os aporta esta red social?
El gran valor de Instagram no está en lo que nosotros posteamos, sino en lo que publica las knitters, que se reúnen alrededor del hastag #weareknitters. Les encanta subir fotos y lo hacen desde que les llega el packing, además de fotos del proceso de tejer y del resultado final.
Eso supone para nosotros un valor inmenso porque en nuestras fichas de productos enlazamos con chicas reales que han tejido la prenda y lo han posteado. Si alguien se mete en la web por primera vez siempre hay miedo por si no va a poder o no le va a salir la prenda. De este modo no solo ve la foto de la modelo, sino también de chicas reales de nuestra comunicada.
Todas ellas son embajadoras de nuestra comunidad y además nos sirven de inspiración porque muchas inventan sus propios modelos.
Tenéis videos en YouTube de cómo tejer y utilizar las lanas ¿habéis pensado en rentabilizarlo de otra forma ofreciendo cursos online?
Nos lo hemos planteado pero decidimos no seguir por ese camino. No queríamos perder el foco. Nuestro negocio está en la venta de los kits y del material. Los vídeos son complementarios al producto principal y por eso, de momento, no pensamos rentabilizarlo.
¿Cuáles son vuestros objetivos a corto plazo?
Queremos seguir creciendo en países europeos como España y Francia y hacer una pequeña prueba en Estados Unidos. EEUU es un gran reto para los próximos meses; si todo va bien plantearemos una estrategia más agresiva.
¿Cuál es la clave de éxito de un emprendedor?
Una buena idea por sí misma no es suficiente. Hay que trabajar mucho, aunque a veces la gente no se da cuenta de todo lo que hay detrás y nos dicen: “¡qué suerte habéis tenido!”.
Además de trabajar mucho es importante hacerlo rodeado de un equipo que te complemente, llevar a cabo una tarea de este calibre solo es muy complicado.
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