El rol que en España desempeñan gestoras de renombre como Mundi Ventures, Seaya, K Fund y Kibo corresponde en Portugal, sin ningún género de duda, a Armilar Venture Partners. La firma nace en 2000 como corporate venturing del Banco Espírito Santo, pero se independiza tras la crisis de la entidad financiera y en 2016 ya es una realidad completamente autónoma comandada hoy por cuatro socios: Joaquim Sérvulo, Pedro Ribeiro, Duarte Mineiro y Nuno Leite (el último del cuarteto en incorporarse). Otro miembro fundacional, José Guerreiro, retirado de la primera línea, ocupa el cargo de consejero.
Esta es la hoja de servicios de la gestora en sus 24 años de historia: 22 exits completados, dos unicornios, tres dragones (al menos 12.000 millones de valoración) y tres salidas a bolsa. Entre las apuestas que han ido labrando la reputación de Armilar destacan Feedzai (IA y machine learning para combatir el fraude financiero), Outsystems (plataforma de low code) y TxVia, el germen de la actual Google Wallet.
Pedro Almeida es senior associate en la firma con sede en Lisboa y atiende a El Referente en una de las pausas de Al Andalus Innovation Venture. En su opinión, uno de los factores diferenciales del ecosistema luso conecta con el tamaño de su mercado. “Al ser un tablero relativamente pequeño, los emprendedores operan desde el primer minuto con la idea de ser globales. Y, para conseguirlo, tiene mucho más sentido un modelo de negocio B2B con la mirada puesta en el software y las soluciones tecnológicas de última generación que un planteamiento B2C que España, con su mercado de casi 50 millones de habitantes, sí puede permitirse”.
Responsable de la parte española de Armilar, Juan González complementa este pensamiento con otro: “Al principio, cuando el ecosistema empezaba, ir a Estados Unidos era casi una necesidad. Ese vínculo se mantiene hoy y a él se añaden las relaciones entabladas con otras gestoras europeas”. A lo largo de su existencia, Armilar se ha decantado casi siempre por startups portuguesas (31) y estadounidenses (18), según datos de Dealroom. En España y Reino Unido se han materializado tres inversiones y en Alemania dos más.
El fondo I de Armilar aún se administró bajo el paraguas de Banco Espírito Santo. Los fondos II y III, forjados ya en la era independiente, movilizaron en conjunto 180 millones de euros con la mirilla puesta en series A y B y tickets de hasta diez millones. En paralelo, la gestora dispone de un par de vehículos más pequeños pensados para las fases más iniciales de la startup. Actualmente se arma el que será fondo IV, del que no se facilitan detalles, pero que podría marcar un hito en Portugal por su dimensión.
ESTILO PROPIO
Enumera Almeida algunas de las características que hacen del país ibérico un destino atractivo para emprendedores e inversores. “Obviamente el talento está ahí, con ingenieros muy bien formados que a menudo trabajan durante unos años en Silicon Valley y después regresan a Portugal para liderar proyectos. Luego, como en España, la calidad de vida es enorme y esto empuja a fundadores extranjeros (es el caso de los germanos de Casafari) a mudarse aquí. Además, cuando tienes menor acceso al capital has de ser más creativo”. González apunta el factor extra de la ambición. “Como no puedo tener mi negocio sólo en Portugal, pienso forzosamente a lo grande”.
En la parte regulatoria, concede Almeida, la cosa flojea algo más. “Por desgracia ya se sabe que en ciertos países del sur de Europa la burocracia es un problema. Existen, sin embargo, avances en la esfera regulatoria, con un mejor tratamiento de las stock options y oportunidades de convertir un exit en un acontecimiento capaz de cambiar la vida de muchos emprendedores”.
Y TESIS DIFERENCIAL
“Armilar es la parte más tech del fintech, del proptech, de cualquier vertical donde se identifique una compañía con soluciones de software tecnológicamente superiores. Y en ese camino analizamos oportunidades en Europa, cada vez con más énfasis en España, y colaboramos y compartimos oportunidades con las gestoras más importantes”, sintetiza Pedro Almeida.