Si hay dos ingredientes que cuentan en el viaje del emprendimiento innovador son la constancia y la financiación.
Cuando el universo se confabula para que ambos elementos se unan, el resultado es inmejorable: se generan empresas emergentes que son el espejo de las personas que están tras ellas, con impacto en algo tan necesario como tener una economía robusta.
La realidad es que el rumbo que este país ha tomado no tiene vuelta atrás. Las emprendedoras y los emprendedores que cada día se despiertan para levantar el país, hacen excelente a nuestra sociedad. Desde ENISA podemos dar miles de pruebas de ello.
Venimos constatando que cada euro que invertimos en quienes necesitan la gasolina para financiar sus sueños, impacta en la transformación de un país, que ya no es solo conocido de puertas para afuera como el mejor para viajar. También, gracias a la Ley de Startups y a las diferentes políticas públicas que se están llevando a cabo, nos hemos convertido en el mejor lugar para trabajar y emprender.
Y es que la inversión pública, en nuestro caso en forma de préstamo participativo, posibilita que un proyecto deje de ser tal y se convierta en realidad. De hecho, el 56,9 % de nuestro dinero se destina a esta etapa tan crucial. Una tasa que, además, se traduce en el empleo neto que se crea. Nuestro reciente informe sobre el impacto del presupuesto anual de nuestra financiación demuestra que, en las 4.725 empresas de la muestra, hasta el tercer año, repercutió en la creación de 15.887 puestos de trabajo.
A estas cifras, que no son meros números, sino familias, me gustaría añadir el análisis coste-beneficio de los resultados alcanzados en crecimiento y empleo. Se da un compromiso de fondos por empleo generado de 30.000 euros, que se reduce hasta 14.000 al considerar los reembolsos ya recibidos. Es decir, que nuestros préstamos tienen un efecto multiplicador sobre la inversión en activos totales de 8,5 veces y de 1,3 sobre los activos inmateriales del importe prestado.
Por si esto fuera poco, la estimación de la recaudación fiscal generada por la mayor actividad económica de las empresas apoyadas por ENISA muestran valores, por encima de lo que hubiera generado el grupo de control, de 653,2 millones en el IRPF, 1.037,7 millones en Seguridad Social y 3.887,4 millones en IVA.
Echo mano de todos estos datos porque son la prueba irrefutable de que el futuro de nuestro país se está escribiendo a través de las startups que tenemos y que siguen avanzando y dando pasos para crecer y escalar sus modelos de negocio, también ayudadas de la certificación que ENISA ofrece. Ya son más de 1.000, aunque no nos conformamos con esta cifra. Queremos que la lista siga creciendo para que las empresas emergentes puedan beneficiarse de las ventajas de la Ley de Starups, pionera en Europa.
Un progreso que estoy seguro se seguirá dando, porque las fuerzas a la hora de generar estrategias encaminadas para lograr el desarrollo económico sostenible en el emprendimiento cuentan con el binomio público-privado.
¿Quién dijo miedo?