"Tenemos experiencias que nos indican que el mayor propósito que podemos encontrar es intentar hacer felices a otros"

Para Antonio, Pablo y Luis, "admirar a las personas con las que trabajas, tanto personal como profesionalmente", es la base de un buen equipo. Y eso es lo que han conseguido los emprendedores en su compañaía, AUARA, la primera empresa social española con la certificación Social Enterprise Mark. AUARA (en amhárico, idioma etíope, "tormenta de arena que se produce en desiertos como el de Afar, el lugar más cálido y seco del planeta", es una marca de agua solidaria, que destina el 100% de sus dividendos a proyectos sociales para llevar agua potable a poblaciones que carecen de ella.
Antonio (CEO) cuenta que después de algunas experiencias de voluntariado en Perú, Camboya o Etiopía, se dio cuenta de que "la mayor de las pobrezas y la principal causa de enfermedades estaba relacionada con la falta de agua potable. A la vuelta de uno de esos viajes me encontré con Pablo Urbano, que era un amigo de toda la vida, y tomando unas cervezas empezamos a compartir nuestras experiencias. Él había estado colaborando con una empresa social y conocía el modelo, así que decidimos lanzarnos a crear la empresa". Tras contactar con Luis de Sande para que les ayudara a hacer un plan de negocio, en 2015 nació AUARA.
Su compromiso social tiene también una clara vocación medioambiental. La startup ha desarrollado las primeras botellas de agua en Europa fabricadas con 100% de plástico reciclado R-PET. Además, el diseño de la botella ha tenido en consideración la búsqueda de la eficiencia del cubicaje para optimizar el transporte. En 2018, la compañía consuigó reciclar cerca de 95.000 Kg de plástico, o lo que es lo mismo, ha reutilizado el equivalente a cerca de 4 millones de botellas de plástico para fabricar las que ella utiliza para comercializar su agua mineral. Desde su nacimiento, gracias a la venta de agua AUARA se han reciclado más de 138 toneladas de plástico que se traducen en el ahorro de más de 226.000 litros de petróleo.
Y esa es una de las razones por las que la aceleradora EIT Climate-KIC, en su empeño por construir un mundo más sostenible, ha apostado por la startup. Esta comunidad de conocimiento e innovación está impulsada por el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT) y cuenta con un programa centrado en impulsar iniciativas que combatan el cambio climático; actualmente opera en 24 países con 28 oficinas en toda Europa, incluyendo las principales capitales del continente, como Bruselas, Londres, París y Berlín. José Luis Muñoz lidera la sede española.
Después de cinco años al frente de la empresa Antonio reconoce el estrés, las dificultades, los días duros, el trabajo y el riesgo de emprender, pero asegura que de todas las experiencias que brinda la aventura se "desprende algo único: paz interior. Suena muy abstracto pero para mí es el gran resultado". Y concluye: "De poco sirve pensar que tenemos que mejorar el mundo con AUARA si no somos capaces de mejorar nosotros mismos".
¿Qué implica ser una empresa social? ¿Cómo os constituisteis como tal?
Ser una empresa social implica que tienes un proyecto empresarial con un plan de negocio y una estrategia de crecimiento, como cualquier empresa, pero en vez de perseguir el beneficio económico o el enriquecimiento personal, el objetivo que se persigue es un bien común, que puede ser de carácter social o medioambiental. En nuestro caso, comenzamos nuestro proyecto diseñando una estrategia competitiva y sostenible con una financiación responsable, estableciendo fases de desarrollo capaces de generar ingresos constantes y escalables, y con una base sólida que nos permitiera obtener los recursos necesarios para abordar cada fase de crecimiento. Nos constituimos como SL normal, ya que en España no existe la figura de empresa social, pero tenemos nuestro fin social recogido en nuestros estatutos, un pacto de socios en el que todos nos comprometemos a que los dividendos de la empresa se destinan a nuestra misión social, y estamos certificados por Social Enterprise Mark.
¿De dónde os viene esa vocación social?
En mi caso, fue de conocer de forma muy directa la pobreza, trabajando como voluntario en distintos proyectos de cooperación. Fueron la semilla para decidir que quería dedicarme a luchar contra la pobreza. Y después de conocer esas realidades, las vidas de esas gentes que, a pesar de vivir en semejante pobreza te transmiten esa alegría y tantos valores, ya no pude (ni quise) permanecer impasible. Creo que todos los que estamos en este proyecto tenemos la intuición y alguna experiencia en la vida que nos dicen que el mayor propósito que podemos encontrar es intentar hacer felices a otros.
¿Y por qué os centrasteis en el sector del agua? ¿Qué implicaciones tiene que los países se desarrollen sin agua potable?
En la parte social, porque habíamos visto que la falta de agua potable es la pobreza más grande que existe y el origen de muchos otros problemas económicos, de salud, de igualdad, de educación… Y en la parte comercial, porque había una relación muy directa con nuestro fin social: vender agua para poder llevar agua a otros lugares. Tenía todo el sentido. Además, encontramos un mercado que necesitaba mucho cambio, y en vez de quejarnos desde fuera, podíamos intentar cambiarlo desde dentro.
¿Cuál es el impacto de AUARA en los países en los que trabaja? ¿Cómo cambia la situación de sus habitantes?
Sin duda, hay un antes y un después en las vidas de estas comunidades en el momento en que se instala en ellas un pozo de agua potable. Sobre todo, en la vida de las mujeres y los niños. De tener que caminar durante horas cada día para llenar sus bidones en ríos y charcos donde incluso beben los animales, para abastecer a sus familias con un agua que luego provoca todo tipo de enfermedades, a poder dedicar todo ese tiempo a ir al colegio o a colaborar en otras tareas productivas de la comunidad. En estos lugares, el 80% de las enfermedades se transmiten a través del agua contaminada, así que el impacto en salud es gigantesco, además de otros muchos impactos.
¿Con qué organizaciones colaboráis para poder estableceros en las diferentes regiones?
Trabajamos con organizaciones con contrapartes locales que trabajan en un lugar de forma indefinida, no temporalmente, que tienen experiencia previa en proyectos de agua, que son transparentes y a las que les encaja nuestro modelo de desarrollo de proyectos, donde la implicación de la comunidad y el seguimiento son fundamentales. Tenemos un proceso de selección muy exigente, pero esto nos permite trabajar de forma muy eficiente con socios con los que encajamos muy bien.
¿Y cómo se produce vuestra relación con las instituciones públicas y organizaciones gubernamentales?
Tenemos poca relación con ellos, ya que nuestros proyectos son pequeños y se sitúan en comunidades muy remotas y muchas veces olvidadas. Nuestra relación con ellas es siempre a través de las contrapartes locales.
¿Cuáles son las mayores dificultades en este sentido?
La implicación profunda de las comunidades es la clave y algo que a veces es difícil de conseguir. Pero sin esa implicación, nuestra experiencia es que los proyectos salen peor.
Y aquí en España, ¿cómo se ha expandido vuestra idea? ¿Qué acogida habéis tenido?
Por parte del consumidor final, la acogida ha sido increíble. Hemos recibido y recibimos casi a diario un apoyo enorme por redes sociales, por email, en conversaciones y, lo más importante, cuando nuestros productos están en los puntos de venta y podemos competir de tú a tú. Los canales de venta son más lentos, cuesta entrar en ellos porque la competencia es muy dura y no tenemos presupuestos de marketing competitivos, pero poco a poco, empresas de todos los sectores nos han ido dando oportunidades y hemos ido creciendo. También en este punto hay personas dentro de las empresas que son las que mueven y cambian las cosas. Estamos muy contentos porque tenemos una base de clientes increíbles que crece cada mes.
¿Qué beneficios ha traído a AUARA la participación en Climate-KIC?
Nos ayudó a conocer otros proyectos con sus propias innovaciones y cómo cada proyecto afronta su desarrollo. Sobre la formación, me quedo con la ayuda a la hora de preparar un pitch, que sirve en general para organizar qué cuentas de un proyecto ya sea a un inversor, un cliente o cualquier otro interesado.
¿Por qué creéis importante que existan este tipo de iniciativas?
Porque emprender en una burbuja es muy duro, salir fuera y ver a otros que están en situaciones parecidas o que ya han pasado por el proceso en el que estás sirve de mucha ayuda.
Recientemente lanzasteis vuestros refrescos ecológicos, que ya comercializan Veritas o Room Mate, ¿por qué os decantasteis por esta línea de negocio?
En nuestra visión, AUARA no es una marca de agua, sino una forma de aplicar valores positivos a distintos productos. Después de la experiencia con nuestra marca de agua, queríamos diversificar nuestros productos, y comprobamos que la categoría de refrescos necesitaba un cambio, una propuesta basada en cosas positivas no solo desde el punto de vista de un proyecto social, sino del propio líquido que se vende a los consumidores. Queríamos algo que fuera, en primer lugar, bueno para quien lo bebe, y además, bueno para los demás y para el planeta. Así que decidimos lanzar el primer refresco del mundo ecológico, de comercio justo y funcional. Además de estas características, la lista de cosas que molan es enorme (bajo en calorías, sin azúcar refinado, con unos sabores espectaculares, etc.), así que nos inventamos el lema de “por fin un refresco bueno”. Es lo que queríamos, que cualquier persona pueda tomarse un refresco y sepa que es algo de verdad bueno. Hay dos variantes: SELVA, de granada y limón, y OCEANA, de lima y limón.
¿Cuál ha sido el recibimiento de los usuarios? ¿Notáis que existe cada vez más conciencia por parte del consumidor?
Aún es pronto, acabamos de lanzarlo y no tendremos una opinión formada hasta próximo verano al menos, pero sí vemos que mucha gente nos dice que hacía falta algo así. Ahora está en nuestro tejado trabajarlo bien y ser capaces de introducirlo en un mercado tan difícil.
¿Y las grandes empresas? ¿Qué cambios les pediríais a ellas?
Ellas lo tienen más difícil. Muchas veces no es que no quieran cambiar, es que mover el rumbo de un transatlántico cuesta mucho. Les pediría que no cambien solo cuando ya no queda otra, cuando el mercado se lo exige, sino que sean activistas del cambio. Que propongan e impulsen cambios aunque el retorno no sea inmediato. Y también, que vean en los proyectos innovadores una oportunidad, no una amenaza.
Habéis suministrado un acumulado de 21,6 millones de litros de agua, ¿cuáles son vuestras predicciones a medio/largo plazo?
En tres años, a través de 50 proyectos llevados a cabo en 15 países de África, Asia y América, hemos podido generar esa cantidad de agua potable que ha beneficiado de forma directa a más de 28.400 personas. Nuestro objetivo para 2023 es llevar agua potable a más de 200.000 personas.
¿Cómo fueron vuestros inicios con respecto a la financiación? ¿Es más complicado conseguir apoyo si se construye un proyecto social?
Hemos realizado diferentes rondas de financiación, sincronizadas con las necesidades de cada una de las fases de crecimiento de la empresa, buscando en cada caso los inversores más adecuados. Los inversores tienen que creer en tu proyecto, y al tratarse de un proyecto social tiene que existir también una conexión con ese fin social que se persigue. Es decir, al inversor no le puede mover sólo el objetivo de ganar dinero, tiene que ver claro también el papel que ese proyecto va a representar para la sociedad, compartir esa sensibilidad y ese interés en mejorar el mundo a través del impacto positivo de sus inversiones. En nuestro caso, la dificultad ha sido financiar una empresa que no da dividendos, hemos tenido que financiarnos a través de préstamos participativos, y eso tiene ciertas limitaciones.
¿En qué punto os encontráis en este sentido? ¿Cuáles son las claves para que una empresa social triunfe?
La clave es entender que trabajas en un mercado que tiene unas leyes y unas palancas, y que debes generar valor no solo a través de tu proyecto social sino también para el mercado, para tus clientes, para tus proveedores, etc. Y con esto, tener una propuesta de valor que encaje en ese mercado y además pueda generar el impacto social que buscas. El equilibrio entre la satisfacción de las necesidades del mercado y el foco en el fin social es lo que creo que significa el éxito de una empresa social.
¿Qué esperáis de vuestro futuro? ¿Un deseo para AUARA?
Esperamos ser capaces de hacer crecer nuestro impacto social al máximo, pero siempre disfrutando del camino y dando sentido a cada día. Que los números y los objetivos de futuro no nos cieguen, sino que tengamos siempre el esfuerzo puesto en ser mejores cada día. El deseo para AUARA de este año es que cuando termine volvamos a tener esta sensación de… “la que estamos liando”.
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