"Oscillum quiere ayudar a que los avances científicos lleguen al público general"

Oscillum es una empresa biotecnológica que desarrolla sensores para la industria agroalimentaria. Concretamente, están creando unas etiquetas inteligentes que se aplican en contacto con los alimentos y cambian de color en función de la frescura, calidad y seguridad de dicho alimento. Estas etiquetas funcionan para carne y pescado fresco así como congelado. Además, están actualmente en proceso de adaptación de la tecnología para frutas.
La idea parte principalmente de una situación que es muy común en los hogares: una nevera con productos abiertos que no se sabe si se pueden consumir. Para Oscillum, los sistemas de etiquetado/fechado actual confunden a muchos consumidores. El resultado final es que se acaba tirando alimentos que siguen estando aptos para consumo. Aún así se producen más de 23 millones de intoxicaciones alimentarias en Europa y más de 600 millones a nivel mundial.
Tras identificar el problema, el equipo de la startup descubrió que más del 50% del malgasto de alimentos ocurre en los hogares. El impacto es tanto económico como medioambiental. Se estima que el malgasto de alimentos genera una emisiones de alrededor de 3500 millones de toneladas de CO2eq.
Conociendo el problema, Oscillum identificó la oportunidad para solventarlo de forma intuitiva mediante un etiquetado inteligente que cambia de color respondiendo a los cambios bioquímicos que se producen en los alimentos durante la descomposición de los mismos
Pablo José Sosa Domínguez, Pilar María Granado García y Luis Chimeno Moral son los fundadores de este proyecto que nace de una visión muy similar sobre lo que les gustaba de la ciencia. "A los tres nos apasionaba la aplicabilidad de los descubrimientos científicos en nuevas tecnologías para mejorar la sociedad", aseguran a El Referente.
La iniciativa ha formado parte del organismo europeo EIT Food, que tiene entre sus objetivos la búsqueda de startups agroalimentarias para ayudarlas a crecer y competir en el mercado global. Cada año busca a las más punteras para acogerlas en su incubadora (Seedbed) y su aceleradora EIT Food Accelerator Network (FAN). La edición de 2022 ya se ha puesto en marcha y la convocatoria de ambos programas y las inscripciones están abiertas hasta hoy. Toda la información se puede consultar a través de la web.
¿Qué implicaciones tiene emprender en el sector de la biotecnología? ¿Cómo lo habéis vivido vosotros?
Emprender de primeras en un sector que de base implica cierta investigación tiene repercusiones frente a otro tipo de sectores. Para empezar, investigar implica riesgo y cuando una startup eleva el riesgo y la incertidumbre se suele traducir en baja inversión privada. Existen vehículos de inversión que se centran en nuestro sector y que aceptan un mayor riesgo, eso es cierto, pero de primeras se reducen muchas oportunidades. El crecimiento en una biotecnológica como la nuestra es lento. Precisamente por el desarrollo técnico que implica, eso hace que los tiempos para llegar a mercado de base sean más largos que quizás en otros sectores. A nivel internacional sí que existen más vehículos de inversión centrados en startups como la nuestra.
¿Y cuáles son las consecuencias de hacerlo en España? ¿Notáis que hay apoyo, iniciativas, ecosistema?
Evidentemente emprender como una FoodTech en España (especialmente en la comunidad valenciana) es muy favorecedor, somos de los principales proveedores de alimentos en la UE. Y aunque sí que es cierto que la red de apoyo a la parte “industrial” del sector agroalimentario está menos desarrollada, el ecosistema agroalimentario español es muy amplio. Eso nos ha permitido crecer y aprender mucho de la mano no sólo de otras startups, sino de grandes empresas y aceleradoras. Estas existen en todo el territorio nacional y apoyan muchas iniciativas dándoles un respaldo no solo económico, sino también a nivel de red de contacto y experiencia en el sector.
En este sentido, habéis contado con el apoyo de EIT Food Accelerator Network (FAN), ¿qué ha supuesto para vosotros formar parte de la misma? ¿Por qué decidisteis presentaros a dicha convocatoria? ¿Qué os ha aportado? ¿Por qué la recomendaríais a otras startups?
Si eres una startup o tienes una idea dentro del sector agroalimentario debes tener en gran consideración formar parte del ecosistema de EIT Food. Esto es algo que teníamos muy claro en el equipo, queríamos que Oscillum formase parte de dicho ecosistema gracias al gran apoyo y el éxito que tienen muchas startups después de pasar por su proceso de aceleración.
EIT Food en general y el programa FAN en particular aporta un gran valor a las startups mediante la difusión; el contacto con la comunidad food internacional; contacto con todos sus partners y el apoyo financiero para llevar acaba incluso pilotos con empresas así como el gran valor formativo que tiene. Lo mejor de todo es que nunca dejas de ser parte de la comunidad de EIT Food. Sigues teniendo acceso a una gran red de contactos y apoyo, que son realmente fundamentales para hacer crecer tu startup.
¿Cómo funcionan vuestras etiquetas inteligentes? ¿Qué tecnología usan?
Las etiquetas de Oscillum funcionan aplicando la tecnología directamente en contacto con el alimento y conforme el producto va perdiendo calidad esta etiqueta va cambiando el color para indicar los diferentes estados del producto en tiempo real. Amarillo si sigue en buen estado, verde oscuro indica que el producto debe ser consumido pronto y el estado azul intenso indica que el producto no es apto para su consumo.
La tecnología tiene dos principales componentes: un polímero compostable cuya formulación pertenece a Oscillum. Este polímero protege y hace de soporte a los sensores químicos que serían el segundo componente de la tecnología. Estos sensores químicos no son más que moléculas químicas que son capaces de detectar específicamente los analitos que libera la comida cuando se descompone, la detección de estas inicia una reacción que acaba con el cambio de color de la tecnología. El cambio de color depende directamente de la concentración de estos analitos, o lo que es lo mismo de cuánto “descompuesto/seguro” es el alimento.
¿Cómo ha sido el desarrollo de la misma?
Como biotecnólogos sabemos que el olor y el color de los alimentos no son indicativos 100% fiables para determinar el estado de los alimentos. Sin embargo, la mayoría de los consumidores, debido a la falta de información de los alimentos, en cuanto los productos empiezan a perder algunas propiedades como el olor o el color, por evitar intoxicaciones alimentarias acaba tirando el producto. Este producto en la mayoría de casos sigue estando en buenas condiciones.
Viendo este problema, desde Oscillum decidimos que debía haber alguna forma de poder indicar de forma clara e intuitiva tanto a consumidores como a productores y retailers que los productos siguen estando en buen estado, fue ahí cuando empezamos con el desarrollo de carnes. En primer lugar, determinamos aquellos analitos que se correlacionaban directamente con la descomposición del alimento. Una vez localizadas estas moléculas buscamos y desarrollamos el método para detectarlas mediante el cambio de color y aplicamos dicho mecanismo a una etiqueta (el polímero).
La tecnología para carnes y pescados está desarrollada y estamos en el proceso de homologación por la EFSA. Actualmente hemos comenzado el desarrollo para frutas y nuestro objetivo es seguir adaptando la tecnología para lácteos, productos veganos, procesados, precocinados y todos aquellos productos que tienen cierto valor comercial y se pierden por la falta de información.
¿De qué forma las estáis adaptando para las frutas?
Siguiendo los mismos pasos que con la tecnología de carnes y gracias la know-how propio desarrollado estamos comenzando la adaptación de esta tecnología para Mango y aunque el concepto es muy similar la tecnología permitirá dar información más allá del estado de madurez del producto, sino que, además, mediante un simple vistazo se podrán valorar diferentes aspectos organolépticos y elegir la fruta con las propiedades que más les gustan, personalizando la compra a los gustos del consumidor. Aunque la fase actual es incipiente y por temas de propiedad intelectual no podemos detallar mucho más, si que motivo a los lectores y lectoras a que nos sigan en nuestras redes sociales donde iremos publicando los avances al respecto.
¿Qué implicaciones tiene para evitar el desperdicio alimenticio vuestro producto?
La base principal de gran parte del malgasto de alimentos es la falta de información que tenemos acerca de nuestros productos. El sistema de etiquetado actual (fecha de consumo preferente y de caducidad) en muchos casos confunde al consumidor que piensa que tiene que desechar sus alimentos, aunque estos se encuentren en buen estado. Nuestra tecnología se concibe como un complemento para evitar esto, nosotros aportamos la información en tiempo real sobre lo que ocurre metabólicamente en ese producto. Con esta información el consumidor podrá decidir en qué momento desechar el alimento, basándose en el estado real de ese producto y reduciendo considerablemente el malgasto de productos que están en buen estado.
¿Y las intoxicaciones? ¿Cómo se evitan así?
Al igual que el tiempo y las condiciones del almacenaje afecta a la descomposición del producto el crecimiento de bacterias y la acción de estas sobre el alimento también. Nuestra tecnología es capaz de indicar cuando un producto se ha contaminado y hay un sobre crecimiento de bacterias en el alimento que pueden comprometer la seguridad del producto. En estas situaciones nuestra etiqueta también cambiaría a azul por la acción de dichas bacterias sobre el producto. De manera que podríamos mejorar el sistema de seguridad alimentaria, gracias a un análisis individualizado del producto que podrían aprovechar no solo las empresas si no también los consumidores que tras abrir adquirir los productos se encuentran desprotegidos y son el último eslabón de la cadena agroalimentaria.
¿Qué cifras manejáis en términos de ahorro económico, medioambiental, etc?
Desde Oscillum hemos hecho algunas pruebas con datos de algunos supermercados europeos y hemos observado que, de media, el malgasto de alimentos provoca unas pérdidas – o “beneficio no generado” como lo llamamos nosotros - de alrededor de 25M€ al año. Simplemente por tirar alimentos que siguen estando en buen estado, pero que no sabemos que lo están. Nuestra tecnología podría favorecer una mejor gestión de estos alimentos y poder sacarles el máximo provecho a productos que, aunque no se pueden vender (generalmente por estar cerca de la fecha de venta) siguen estando en buen estado. Les damos así una segunda vida útil, por ejemplo, usándolos como materia prima para las secciones de “take-away” que cada vez son más comunes en nuestros supermercados.
Además, no solo aumentamos la rentabilidad, sino que nuestra tecnología permitirá reducir hasta un 30% costes logísticos por la monitorización en tiempo real durante el almacenaje, transporte y punto de venta. De la misma forma, el consumidor europeo experimentará un ahorro medio de unos 1000 euros por hogar. Esta cantidad es la que actualmente se pierde por malgastar alimentos. Paralelamente, nuestra tecnología podría convertirse en una mejora considerable del sistema de seguridad alimentaria en países en vías de desarrollo gracias al bajo coste que tiene donde millones de personas enferman por no conocer el estado de los productos que ingieren.
A nivel medioambiental seremos capaces de reducir hasta en 60.000 toneladas de emisiones de CO2eq por cada millón de habitantes basándonos en el cálculo realizado a través de algunas herramientas de cálculo de impacto de algunas aceleradoras.
Por último y no menos importante, también generamos impacto social mediante la reducción de hasta un 20% de las intoxicaciones alimentarias. Además, nuestro objetivo es que nuestra tecnología favorezca el acceso a alimentos a aquellas personas en riesgo de pobreza extrema. Resulta paradójico que, aunque producimos cantidad de comida suficiente para alimentar a todo el planeta existan más de 820M de personas que no tienen acceso a una alimentación diaria. Nuestra tecnología permitiría transformar el malgasto de alimentos en comida con la que poder alimentar a más de 2.600M de personas.
¿Por qué el etiquetado-fechado actual confunde al consumidor? ¿Cuál es el error?
Las fechas actualmente generan confusión debido a que gran parte de la población no entiende qué significan, por un lado, tenemos fechas de consumo preferente, por otras fechas de caducidad y por otras recomendaciones en el envase sobre desechar un producto cuando lleva X días abierto. Ante esta situación los consumidores prefieren no arriesgarse y evitar una posible intoxicación tirando el producto a la basura.
Eso sin olvidar mencionar que estas fechas, una vez el envase está abierto ya dejan de ser un parámetro debido a que las condiciones en las que se encuentra el alimento son diferentes: pérdida de atmósfera protectora, entrada en contacto con bacterias del ambiente, etc.
¿Cómo habéis financiado la empresa hasta el momento?
Hasta el momento Oscillum ha sido financiado principalmente por lo fundadores, premios nacionales e internacionales, aceleradoras nacionales e internacionales y subvenciones nacionales y europeas, llegando a obtener más de 150,000€ equity-free.
¿Cómo os gustaría seguir haciéndolo? ¿Apostáis por las rondas? ¿Por qué? ¿En qué punto os encontráis?
Oscillum cree en un modelo de financiación híbrido publico-privada para continuar con el desarrollo y el diseño industrial, aspectos cruciales para nosotros. Por ello tenemos contempladas subvenciones nacionales e internacionales como Neotec y EIC Accelerator complementada con financiación de fondos privados con lo que redistribuir el riesgo financiero. Actualmente estamos trabajando en abrir una ronda próximamente para conseguir industrializar nuestra tecnología y escalar rápidamente.
¿Qué hay de vuestra expansión? ¿Qué objetivos tenéis en este sentido?
Oscillum cuenta actualmente con una gran red de contactos internacionales interesados en la tecnología. Ya contamos con más de ocho pilotos en más de seis países donde nuestro plan de negocio ha sido validado. Gracias a nuestros actuales partners estimamos poder entrar directamente a operar en varios países de la UE para posteriormente ir expandiéndonos a nuevos mercados internacionales como EEUU.
Además de la adaptación de vuestro servicio a nuevos productos, ¿qué otras metas tenéis para este 2022? ¿Y más a largo plazo? ¿En qué queréis convertiros?
Para 2022 queremos completar el desarrollo de la tecnología de frutas y finalizar el proceso de homologación para así comenzar a llegar a los consumidores. Ellos no paran de escribirnos en nuestras redes sociales para saber más de nuestra tecnología. El interés por acabar con el malgasto de alimentos es enorme y queremos ayudar en esta lucha contra el cambio climático lo antes posible. A más largo plazo, los fundadores siempre lo hemos tenido muy claro: queremos crecer en otros sectores y desarrollar nuevos productos. Como comentaba al principio, tenemos aun la lista de ideas, con cientos de posibles innovaciones que pueden ayudar mucho a solventar grandes problemas sociales. Oscillum quiere convertirse en una gran empresa tecnológica que aporte valor y que ayude a que los avances científicos lleguen al público general.
Número de empresas tech e innovadoras en España
Fuente de datos: Ecosistema Startup, la mayor plataforma de empresas españolas.