"El hacer de un residuo un recurso con valor nos da más fuerza en nuestro acercamiento a la industria"

Mediante un proceso químico llamado pirólisis, Biofy, una spin off de la Universidad de Málaga somete los plásticos que no se pueden reciclar mecánicamente a altas temperaturas para gasificarlos y luego consensarlos en fuel Oil, un derivado del petróleo. Este derivado es muy parecido al petróleo, y pese a que tiene su propio mercado, puede refinarse en combustibles más comunes como el diésel o la gasolina.
La idea de esta startup empezó en noviembre de 2016, en un concurso de emprendimiento de la Universidad de Málaga llamado Ideas Factory. Dicho concurso pone a trabajar a estudiantes de diferentes grados en un mismo proyecto. Fue allí donde dos estudiantes de ingeniería y dos de marketing gestaron Biofy.
"Tras varias ideas iniciales, tuvimos claro que todos apostábamos por cuidar el medio ambiente. El ejemplo del modelo de negocio llevado a cabo en Alemania (que consiste en concienciar al consumidor para que recicle botellas a cambio de una recompensa económica) nos inspiró y, tras pivotar varias veces, llegamos a la base del proyecto Biofy: la transformación de residuos plásticos en combustible", cuentan desde la compañía.
A partir del reconocimiento obtenido en el programa Spin Off Biofy empezó a despegar. Desde entonces, estos dos años han estado repletos de concursos a mayor escala, entre ellos el eit de Climate Kic.
¿Qué implicaciones tiene ser un spin off?
Ser una spin-off nos permite dar con una red de contactos tanto de la universidad como fuera de ella y nos da una carta de presentación muy fuerte de cara a instituciones tanto privadas como públicas.
¿Cómo fueron vuestros comienzos en la Universidad de Málaga? ¿Qué os aportó, precisamente, un ámbito universitario?
Link by UMA, el punto de encuentro entre la empresa y la Universidad, ha sido nuestro gran aliado estos años. Nos ha brindado apoyo incondicional, instalaciones, mentorización y sobre todo, visibilidad.
¿En qué consiste la pirólisis? ¿Cómo os decantasteis por este método?
La pirólisis es una degradación térmica de una sustancia en ausencia de oxígeno, por lo que dichas sustancias se descomponen mediante calor, sin que se produzcan las reacciones de combustión.
La razón por la que escogimos dicho método es porque, bajo unas especificaciones concretas, es capaz de tratar plástico que actualmente, mediante el reciclaje mecánico, no se puede reciclar. En concreto, la pirólisis que aplicamos nosotros gasifica los residuos plásticos, extrae el petróleo en estado gaseoso y lo condensa en fuel oil.
¿Qué ventajas tiene vuestro material además del método de creación? ¿En qué se utiliza?
Las principales ventajas de nuestro fuel oil son su versatilidad y su bajo contenido en azufre, que está en línea con el reglamento medioambiental europeo.
Dependiendo del diseño de la planta, nuestros productos pueden ser: Fuel Oil No.2, que puede utilizarse directamente, por ejemplo, en barcos mercantes; o Fuel Oil No.6, que posteriormente se puede refinar a un combustible más tradicional, como el diésel, la gasolina o el queroseno.
¿Cómo ha sido vuestra inserción en el mercado? ¿Qué empresas cuentan con vosotros?
Nuestro modelo de negocio contempla dos tipos de clientes en un primer momento. Por un lado, los clientes de plástico, y por otro los de fuel.
Estos dos años hemos tenido conversaciones con varios clientes, de las que podemos destacar una carta de interés firmada por Heidelberg Cements, la cuarta mayor cementera del mundo.
Una compañía como la vuestra tiene un componente social y de concienciación, ¿cómo lo afrontáis?
Nuestra visión en Biofy es ser un referente tecnológico en el desarrollo de soluciones que eviten que los residuos acaben en los vertederos o en el medio ambiente, transformándolos en un recurso. El hacer de un residuo un recurso con valor nos da más fuerza en nuestro acercamiento a la industria y, por supuesto, también al ciudadano.
Un ejemplo muy claro de acciones que realizamos en Biofy para dar ejemplo ha sido nuestra participación en la semana de la diplomacia climática en Marsella el pasado 2 de octubre, a la que asistimos como invitados del consulado de España en la ciudad.
¿Qué papel cumplen las instituciones públicas en la reducción de los vertederos o de la combustión de las instalaciones de incineración?
Al final, las instituciones públicas se encargan de gestionar el residuo del ciudadano y encontrar medios eficientes para que la mayor parte de este sea procesado y reciclado (lo que se pueda reciclar). Se ayuda de empresas de reciclaje para ello, el residuo terminal que no ha podido reciclarse va a vertederos o incineradoras.
¿Cuáles son vuestros reclamos a nivel institucional?
Nos gustaría que se potencie la concienciación del ciudadano, ya que si desde el origen los residuos son tratados como se debe para poder reciclarse, esta tarea será mucho más sencilla.
¿Qué impacto puede tener vuestra solución si es aplicada por diversos agentes? ¿En qué medida se pueden reducir las emisiones de CO2 con ella?
Lo más urgente, y en lo que nos centramos principalmente, es en eliminar plástico de los vertederos o evitar su incineración. Nuestro objetivo es “cerrar el ciclo de vida” de los plásticos, dándoles otra vida útil a la vez que contribuimos a reducir el impacto medioambiental.
Por lo tanto, si nuestro proceso lo aplican varias empresas productoras de plástico, instituciones públicas o empresas de reciclaje, se podría reducir la cantidad de plástico que invade nuestro medioambiente o que se quema, lo cual desprende a la atmósfera una gran cantidad de gases de efecto invernadero.
Con nuestra tecnología, cada tonelada de plástico que tratamos evita que se emitan 2.5 toneladas de CO2 equivalente. Esto se traduce en que con la venta de 100 plantas evitaremos que se emitan 1,7 millones de toneladas de CO2 equivalente. Esto equivaldría a tener 750.000 coches menos circulando.
¿Cómo ha sido contar con el apoyo de CLIMATE-KIC?
Climate-KIC nos ha ayudado a contemplar otros puntos de vista de nuestros modelos de negocio a través de sus boot camps, en donde trabajamos con diferentes mentores y también otras startups.
¿Cómo es la situación en otros países europeos con respecto del plástico?
Si bien es cierto que los países del norte de Europa están mucho más concienciados, empresas y ciudadanos, los del sur están empezando una etapa de “awareness” sobre el problema de los residuos plásticos.
En España, en concreto existen iniciativas en formas de asociaciones o instituciones públicas que trabajan sobre el consumidor y su concienciación con el medio ambiente. En cuanto a la concienciación en empresas, no está tan avanzada como en países europeos pero, al seguir las normativas de calidad europeas, muchas empresas se están sumando al cambio verde.
En este sentido, ¿dónde os gustaría expandir a Biofy? ¿En qué países estáis?
Por el momento estamos trabajando para que nuestra primera planta sea construida en España, pero esperamos internacionalizarnos en un futuro cercano en el resto de Europa.
¿Qué relación tenéis con dichos ecosistemas y cómo tienen que ser estas sinergias para que todo el planeta vea los beneficios?
Los beneficios de nuestro proceso destacan cuando hay una sinergia entre los productores de plástico y los consumidores de fuel oil, ya que uno se complementa con el otro y es una forma rentable para las empresas para ser más sostenibles.
Gracias a esto, muchas empresas ven en nosotros una ayuda o partner tecnológico para cumplir con los requisitos tan exigentes de calidad europea medioambiental. Creemos sin duda que estas medidas son necesarias y que serán tomadas por más países a nivel global. La idea es que, cuando esto llegue puedan acudir a nosotros.
¿Un deseo para el medio ambiente?
En Biofy queremos que exista un mundo donde no haya residuos, en el cual cada producto sea reutilizadode alguna forma.
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