Si eres usuario de Facebook o Instagram, puede que hayas sido consciente de que, durante unas semanas, Meta pretendió utilizar tus datos personales (véase tu imagen, tu voz o cualquier información que hayas compartido en publicaciones de estas redes sociales, tuya o de cualquiera de tus conocidos) para entrenar modelos de Inteligencia Artificial (IA), a no ser que te opusieras expresamente antes del 26 de junio.
O quizás no has tenido conocimiento del asunto teniendo en cuenta que el único aviso que Meta publicó fue el de que iba a modificar su política de privacidad, y no era sino después de una revisión de este contenido que te podías dar cuenta de sus intenciones.
Estamos hablando de un tratamiento realmente invasivo para la privacidad de las personas, y no solo los usuarios de Meta. Según reconocía el propio gigante tecnológico de Zuckerberg, el entrenamiento de sus modelos de IA necesita “miles de millones de fragmentos de información”, incluyendo millones de imágenes y el texto descriptivo de su pie de foto, información pública de cualquier tipo publicada en internet e incluso datos personales de personas que no usan los productos de Meta pero que hayan podido aparecer en estos (por ejemplo, en alguna imagen).
Es más, Meta pretendía llevar a cabo este tratamiento masivo de datos personales sin contar con el consentimiento de sus usuarios, y lo justificaba en base a su interés legítimo. Un interés legítimo que, parece, Meta entiende como base de legitimación comodín para el tratamiento de datos personales de ciudadanos europeos en sus proyectos (recordemos cuando trató de mostrar publicidad personalizada a sus usuarios, analizando sus gustos y preferencias, sin solicitar su consentimiento, lo cual fue prohibido por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea).
Las reacciones no se hicieron esperar, destacando la respuesta de autoridades de protección de datos como la ICO en Reino Unido, la autoridad danesa Datatilsynet que calificaba la pretensión de Meta de “dudosa” o la de la organización NOYB, fundada por Max Schrems, que interpuso denuncias en 11 países europeos pidiendo a las autoridades que pusieran en marcha un procedimiento de urgencia para detener el proyecto.
Finalmente, la autoridad irlandesa de protección de datos (Data Protection Commission o “DPC”) ha decidido pausar el nuevo proyecto de Meta y lo ha hecho como respuesta a las reacciones de sus homólogas europeas. Así lo ha manifestado a través de su página web, afirmando que se trata de una decisión tomada “en cooperación con las demás autoridades de protección de datos de la UE”.
Si bien es una decisión temporal, pues se habla de una “pausa”, el movimiento de la DPC ya refleja que este tipo de proyectos por parte de grandes tecnológicas, que implican el tratamiento de datos de forma masiva, no disfrutan de ningún tipo de “manga ancha” cuando se trata de los datos personales de los europeos.
Lo que queda claro de todo esto es que la Unión Europea no es un territorio donde practicar el libre albedrío en lo que respecta al tratamiento de los datos personales, y que la normativa en esta materia no está para saltársela.